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lunes, 23 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES 23 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Lunes de la 4ª semana de Cuaresma
Hoy, lunes, 23 de marzo de 2020




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (65,17-21):

ESTO dice el Señor:
«Mirad: voy a crear un nuevo cielo
y una nueva tierra:
de las cosas pasadas
ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.
Regocijaos, alegraos por siempre
por lo que voy a crear:
yo creo a Jerusalén “alegría”,
y a su pueblo, “júbilo”.
Me alegraré por Jerusalén
y me regocijaré con mi pueblo,
ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido;
ya no habrá allí niño
que dure pocos días,
ni adulto que no colme sus años,
pues será joven quien muera a los cien años,
y quien no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán los frutos».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 29,2.4.5-6.11-12a.13b

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

V/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

V/. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.

V/. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (4,43-54):

EN aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo vive».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 23 de marzo de 2020
José Luis Latorre, cmf



Queridos amigos.

La Cuaresma es el camino que hacemos hacia la Pascua, la fiesta de la luz, de la vida y de la alegría. Pero este año un tanto doloroso para todos por el coronavirus. Y en medio de este caminar difícil el Profeta Isaías nos anuncia con fuerza que Dios va a “crear un nuevo cielo y una nueva tierra”, que se va a producir una transformación y un cambio profundos y que el pueblo lo va a ver y experimentar. Que Dios no nos abandona y que toda esta pandemia va a dar frutos buenos en cada uno y en toda la sociedad. La voz del Profeta es una llamada a los cristianos a no perder la esperanza y la confianza en medio de la prueba y a no olvidarnos que “Dios escribe recto con renglones torcidos”.

Sabemos que este anuncio del Profeta tuvo pleno cumplimiento en Jesús: su Palabra realizó –y realiza hoy- prodigios y maravillas. Pero hay que creer en Él con una fe que no está contaminada por el propio interés o el sentido mágico, sino llena de confianza pues estamos seguros que Jesús actúa siempre o liberándonos de una enfermedad, una pandemia, una situación difícil… o fortaleciéndonos interiormente en la esperanza y el amor, o afianzándonos en nuestras convicciones y valores. La Palabra siempre se cumple.

Juan nos narra la escena del funcionario real que acude a Jesús para pedirle la curación de su hijo gravemente enfermo. A la petición del funcionario Jesús le dice: “Vete, tu hijo vive”. El funcionario creyó en la palabra del Señor y se volvió a su casa. Creyó y obedeció; escuchó a Jesús y puso en práctica lo que le dijo; superó sus temores y dudas y bajó hacia su casa. En este camino de vuelta a su casa le acompañó únicamente la Palabra de Jesús, y esta Palabra también sostuvo cada uno de sus pasos de regreso a casa. Y desde casa los criados le salen al encuentro con la grata certeza y con las mismas palabras que le había dicho Jesús: “tu hijo vive”. La fe que ha caminado en la oscuridad y la incertidumbre encuentra la luz y se convierte en pleno asentimiento: “Y creyó él y todos los suyos”. Los temores y las dudas se disiparon y las certezas de la luz brillaron en su corazón y en de los suyos. Una vez más lo que el funcionario había oído de Jesús se realizaba en su hijo, en él y en los suyos.

Este relato –como todos los que nos cuentan los Evangelios- se cumple también hoy, pues la Palabra de Jesús es viva, eficaz y eterna. Es una Palabra que actúa cuando hay una fe profunda y sincera. En la noche de la prueba y del sufrimiento la Palabra de Jesús es lámpara para nuestros pasos y es oración confiada que encuentra su confirmación luminosa. Cuando todo va bien es como el agua que fecunda nuestro corazón y le hace dar frutos buenos y abundantes. Repite hoy con alegría y convicción: “Tu Palabra me da vida, confío en Ti, Señor; tu Palabra es eterna, en ella esperaré”.


José Luis Latorre

Misionero Claretiano

domingo, 22 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 4° DE CUARESMA, 22 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 4º de Cuaresma - Ciclo A
Hoy, domingo, 22 de marzo de 2020




Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel (16,1b.6-7.10-13a):

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-3a.3b-4.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5,8-14):

En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (9,1.6-9.13-17.34-38):

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.


Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy domingo, 22 de marzo de 2020
Fernando Torres cmf


De la confusión a la luz

      El evangelio de hoy cuenta una historia larga y preciosa. Da para hablar y comentar mucho: las actitudes de los diversos personajes, identificarnos con unos y con otros, etc. Pero nos vamos a centrar en la relación entre el ciego y Jesús. Si dejamos de lado todas las discusiones y diálogos posteriores al milagro, el relato del milagro en cuanto tal es brevísimo. Jesús se acerca al ciego –no se dice que el ciego haya solicitado su curación, simplemente estaba allí y Jesús lo vio–, escupe en tierra, hace barro con la saliva, se lo unta en los ojos y le dice que se vaya a lavar. El ciego obedece y recobra la vista. Luego viene toda la discusión entre los conocidos, la familia, los fariseos y el ciego. Jesús prácticamente desaparece del relato. Hasta que al final se encuentra de nuevo con el ciego, expulsado de la sinagoga simplemente por contar lo que le había sucedido, y le invita a creer en él.

      Atención al método de curación. Jesús unta barro en los ojos del ciego. Es como si Jesús llevase al ciego a una mayor confusión todavía. En realidad el ciego vivía tranquilo y contento en su situación. No pide a Jesús que le cure. Simplemente está allí cuando Jesús pasa. Podemos pensar que si era ciego de nacimiento, no sentiría ninguna necesidad de ver. ¿Para qué? Su mundo había sido siempre oscuro. No conocía la luz. No sentía necesidad de ella. Quizá ni siquiera tenía conciencia de tener ojos. 

      Jesús le hace tomar conciencia de su realidad. El barro en los ojos le tuvo que doler al ciego. Le hizo sentir que tenía ojos. ¿No es verdad que el dolor en una parte del cuerpo nos hace sentir esa parte de una forma especial? Algo así le pasó al ciego. Luego vino la instrucción. “Vete a lavarte”. “Lavarme, ¿qué?”, pensaría el ciego. Pero fue y, al lavarse, descubrió por primera vez lo que era la vista. Descubrió el mundo. Se descubrió a sí mismo. 

      Su existencia tranquila se complicó muchísimo. De repente entró en conflicto con sus conocidos, con su mundo. Los fariseos le terminaron expulsando de la sinagoga y sus mismos familiares no querían saber mucho de él. Al final, se encuentra con Jesús y, con su vista recién ganada, reconoce al salvador. “Creo, Señor”. Y se postró ante él.

      A mitad de la Cuaresma, el Evangelio nos dice que Jesús es la luz del mundo. Es nuestra luz. Nos hace ver la realidad de nuestra vida. Nos saca de la oscuridad en la que nos sentimos cómodos. Nos descubre lo que nos gustaría dejar oculto. Nos hace enfrentarnos con nuestra realidad. A la vez y sobre todo, nos muestra la luz, nos enseña que más allá de la oscuridad hay un mundo mejor y más bello, hecho de fraternidad y reino. Y nos desafía a dar una respuesta. ¿Quién se anima a abrir así los ojos?



Para la reflexión

      ¿Cuáles son las partes de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestras relaciones, de nuestra sociedad, que preferimos dejar en la oscuridad y no mirarlas? ¿Queremos de verdad que Jesús nos abra los ojos? ¿En qué tendríamos que cambiar si nos decidimos a abrir los ojos? ¿Qué papel juega Jesús en nuestra vida? ¿Es de verdad nuestra luz?

sábado, 21 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 21 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Sábado de la 3ª semana de Cuaresma
Hoy, sábado, 21 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Oseas (6,1-6):

VAMOS, volvamos al Señor.
Porque él ha desgarrado,
y él nos curará;
él nos ha golpeado,
y él nos vendará.
En dos días nos volverá a la vida
y al tercero nos hará resurgir;
viviremos en su presencia
y comprenderemos.
Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.
Vendrá como la lluvia,
como la lluvia de primavera
que empapa la tierra».
¿Qué haré de ti, Efraín,
qué haré de ti, Judá?
Vuestro amor es como nube mañanera,
como el rocío que al alba desaparece.
Sobre una roca tallé mis mandamientos;
los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.
Mi juicio se manifestará como la luz.
Quiero misericordia y no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 50,3-4.18-19.20-21ab

R/. Quiero misericordia, y no sacrificios

V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.

V/. Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

EN aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 21 de marzo de 2020
Severiano Blanco, cmf



Queridos hermanos:

Ayer el escriba decía a Jesús que el amor al hermano vale más que todos los sacrificios y holocaustos. Hoy lo recuerda Oseas: “misericordia quiero, no sacrificios”, texto que el primer evangelio transmite hasta dos veces en boca de Jesús (Mt 9,13; 12,7).

Pero hoy el profeta habla sobre todo de sanación y recuperación. Dios ha tenido que afligir pedagógicamente a su pueblo, pero llega el tiempo de la restauración, descrita ya simbólicamente como preludio de la resurrección: “al tercer día”. La cuaresma no es solo ni principalmente un tiempo de mirar los propios pecados, sino ante todo de mirar al Dios dispuesto a acogernos y mostrarnos su amor. En realidad es algo que nos toca experimentar en cada eucaristía, pues en el Credo no confesamos que creemos en nuestros pecados, sino en el perdón de los mismos.

De ese Dios que tiene su gusto en acoger al pecador nos habla el evangelio. Los fariseos no eran mala gente; procuraban ser cumplidores, llegar incluso más allá de lo establecido por la ley religiosa judía; pero esa entrega religiosa, sincera en la mayoría de los casos, quedaba empañaba por el orgullo que producía en ellos y el menosprecio hacia los religiosamente marginados, los recaudadores, llamados “publicanos”.

En los fariseos, en muchos casos, se había llegado a una paradoja casi inimaginable: a fuerza de procurar la máxima fidelidad a Dios, ese Dios había terminado siéndoles superfluo. El fariseísmo se había convertido en un pelagianismo anticipado; quien cree salvarse a sí mismo mediante su actitud de “cumplidor”, su sincera entrega religiosa, sus “méritos”, no necesita que un Dios bueno y compasivo venga a salvarle. ¡Dios se hace superfluo!

Por ello, a pesar de tanta buena voluntad, el choque entre Jesús y algunos fariseos se hizo inevitable. Él anuncia un Dios compasivo, que todo lo da gratis y cuya capacidad para el perdón es inconmensurable. Ese Dios, naturalmente, agrada a los publicanos, a los convencidos de su necesidad de perdón y rehabilitación. Y ellos, quizá más ignorantes que los fariseos, captan sin embargo mucho mejor quién es el Dios anunciado y visualizado por Jesús: el de los pequeños, pobres, pecadores.

Debió de ser impresionante ver a Jesús, con todo su halo de profeta, de “hombre de Dios”, compartiendo mesa y vida con aquellos grupos marginales. Y para ellos tuvo que ser un balón de oxígeno.

Hoy somos nosotros los que nos sentamos a la mesa con Jesús, sin que él haya esperado a que desaparezcan por completo nuestros defectos, manías, malos hábitos; no ha venido a llamar a justos... Captando y agradeciendo esa su compasión, saldremos del templo justificados.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

viernes, 20 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 20 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 3ª semana de Cuaresma
Hoy, viernes, 20 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Oseas (14,2-10):

ESTO dice el Señor:
«Vuelve, Israel, al Señor tu Dios,
porque tropezaste por tu falta.
Tomad vuestras promesas con vosotros,
y volved al Señor.
Decidle: “Tú quitas toda falta,
acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará,
no volveremos a montar a caballo,
y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’
a la obra de nuestras manos.
En ti el huérfano encuentra compasión”.
“Curaré su deslealtad,
los amaré generosamente,
porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para Israel como el rocío,
florecerá como el lirio,
echará sus raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños
y será su esplendor como el olivo,
y su perfume como el del Líbano.
Regresarán los que habitaban a su sombra,
revivirán como el trigo,
florecerán como la viña,
será su renombre como el del vino del Líbano.
Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos?
Yo soy quien le responde y lo vigila.
Yo soy como un abeto siempre verde,
de mí procede tu fruto”.
¿Quién será sabio, para comprender estas cosas,
inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos:
los justos los transitan,
pero los traidores tropiezan en ellos».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 80,6c-8a.8bc-9.10-11ab.14.17

R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz

V/. Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.

V/. Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R/.

V/. No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.

V/. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre». R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):

EN aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 20 de marzo de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Siempre tuvo sus ventajas arrimarse al sol que más calienta, que en política antigua (y en cierto modo también moderna) era hacerse aliado, o incluso vasallo, de un reino fuerte. El imperio de la época de Oseas era Asiria. Atraían sus costumbres (montar a caballo, mientras que en Israel se hacía en asno), en las cuales llegaba incluida su idolatría. Por eso el profeta brama contra tal alianza política, pues se trata de pequeñas ventajas económicas o de seguridad, pero a costa de la fe en Yahvé, el único verdadero Dios.

Quizá gracias a la predicación de Oseas, el pueblo recapacitó y abandonó esa paganización. Al parecer surgió entonces el salmo 16, con su confesión ante Yahvé de “tú eres mi bien”, mientras que “los dioses de la tierra no me satisfacen”, por lo cual “no tomaré sus nombres en mis labios”, es decir, no los alabaré ni juraré por ellos. Y una vez realizado el cambio, ¡la conversión!, el orante exclama gozosamente: “me encanta mi heredad”.

El evangelio nos recuerda que la cuaresma es invitación a “situarnos en lo esencial”, sin andar por las ramas. Jesús y el escriba están de acuerdo en la centralidad del amor a Dios, y ambos, citando el AT, orientan hacia un amor no mediocre o tibio, sino omniabarcante: que toca el corazón, el alma, la mente, las fuerzas (algunos creen que la traducción correcta sería “las riquezas” o posesiones); todo queda afectado, bajo el radio de acción de ese amor, y quien ama a Dios no tiene ninguna zona “dispensada” o reservada para otra cosa.

Lo llamativo de ambas respuestas es que van más allá de la pregunta; esta se refería al primer mandamiento, y los dos interlocutores se extienden al segundo. Nos enseñan que un amor a Dios que no lleve aparejado el amor al prójimo es mera ilusión, o religión de evasión. El prójimo es “aquello por lo que Dios se interesa”; malamente se puede amar a Dios sin amar “los intereses de Dios”; lo dirá bien 1Jn 4,20: “si no amas al prójimo, a quien ves…”.

El cristianismo no se inventó para gente fría o insensible. Ya la promesa de Dios en Ezequiel hablaba de arrancar los corazones de piedra e implantar los de carne (Ez 36,26). Tradicionalmente se ha utilizado mucho la expresión “fervor”, se ha hablado de personas “fervorosas”; en buen castellano sería “hervor”, personas “hirvientes”; no es sino imitar a Jesús, que se compadeció, se indignó, lloró… no era de piedra, sino que “amó hasta el extremo” (Jn 13,1). Por eso, el cristianismo tampoco se inventó para gente descomprometida, autoengañada en su evasión: mira a tu prójimo.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

jueves, 19 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES 19 DE MARZO DE 2020, FIESTA DE SAN JOSÉ


Lecturas de hoy San José
Hoy, jueves, 19 de marzo de 2020


Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-5a.12-14a.16):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
- «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. El cons¬truirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." ».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 88,2-3.4-5.27.29

R/. Su linaje será perpetuo

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R.

El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios,
mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,13.16-18):

Hermanos:
No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su
descendencia la promesa de heredar el mundo.
Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.»
Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán
creyó.
Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»

Palabra de Dios



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a):


Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy jueves, 19 de marzo de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Todos tenemos un gran aprecio por la Eucaristía, y nos emociona la lectura de las narraciones de la Última Cena. Pero quizá nunca nos hemos detenido a pensar que Jesús, en buena medida, no hizo sino lo que había visto hacer a San José en el hogar de Nazaret. La cena pascual judía era una celebración de carácter doméstico, no del templo ni de la sinagoga, presidida por el padre de familia.

José tuvo la incomparable vocación de acompañar a Jesús en su formación como judío creyente, quizá enseñarle algunos salmos, llevarle a la sinagoga, recordarle los momentos clave de la historia religiosa del Pueblo. En otra época se tuvo más devoción a San José: se celebraban “siete domingos” en su honor, y, en muchos lugares, su fiesta –casi siempre en cuaresma- era el día del “cumplimiento pascual”. Pero tal vez fue una devoción más apoyada en leyendas discutibles que en datos consistentes. Mucho de aquello ha caído, y tenía que caer. Ciertamente es escasa la información que tenemos sobre José. No sabemos si era anciano o joven, si silencioso o parlanchín (se le ha tenido por lo primero a causa simplemente de nuestra ignorancia de palabras suyas).

Pero el evangelio, principalmente el de Mateo, nos transmite unos datos de gran interés teológico-espiritual. José es llamado “justo” y se le dice que no tenga “temor” en llevarse a María como esposa. Ese temor no puede ser sino la reverencia ante lo divino que sabe que habita en ella. Muy probablemente la traducción correcta sea: “no tengas temor… porque la criatura de que es portadora venga del Espíritu Santo” (aunque no se nos diga cómo llegó a saberlo). Para él, convivir con María será vivir en el templo; y él sabe que no es sacerdote, que no está habilitado para tal familiaridad. Este es el respeto, el “temor” religioso que practica José.

En su conjunto, la narración evangélica que hemos oído es la invitación a José a que no se asuste de vivir permanentemente en un ámbito sagrado, él, que es un hombre “justo”, es decir, “respetuoso de Dios”. Se le encarga incluso que realice funciones de padre con el hijo de Yahvé, que no es su hijo biológico, como es la de “imponerle el nombre”, que le custodie y acompañe en su minoría de edad… Es un hermoso relato de vocación.

Y todo culmina con la aceptación por parte de José, con la afirmación de su obediencia hacia lo que Dios espera de él. Al final del relato podría afirmarse de nuevo que era “justo”, y que, con todo el “estremecimiento” que ello le causara, dejó que Dios le condujese por caminos insospechados. Se nos invita a todos a vivir esa misma fe, al sobrecogimiento de quien se encuentra con lo sobrenatural, y a transmitir a otros esos mismos dones de que disfrutamos. E igualmente a confiar en Dios cuando nos parezca que nos propone algo superior a nuestras capacidades.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

miércoles, 18 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 18 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Miércoles de la 3ª semana de Cuaresma
Hoy, miércoles, 18 de marzo de 2020


Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (4,1.5-9):

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.
Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?
Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 147,12-13.15-16.19-20

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

V/. Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.

V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 18 de marzo de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Cuando Israel regresa del exilio babilónico, se encuentra con que su tierra está en buena medida habitada por paganos, como lo estaba cuando sus antepasados llegaron de Egipto. Y las advertencias supuestamente del tiempo del Éxodo sirven igual para la nueva situación: El Deuteronomio exhorta a no contaminarse con la idolatría del nuevo lugar geográfico, a no sucumbir al riesgo de una excesiva acomodación, hoy diríamos “inculturación”, que a veces es un ponerse a la moda o identificarse acríticamente con el nuevo medio sociológico. Esto sucedió frecuentemente en la Europa de los años 50-60: el desplazamiento desde los pueblos a las grandes ciudades industriales, o a otros países con mejores perspectivas económicas; ¡cuántos hasta entonces practicantes dejaron rápidamente de serlo! Pensaron que era preciso “modernizarse”, sin molestarse en distinguir valores y contravalores. Tal vez la religiosidad vivida hasta entonces, que tan rápida y fácilmente se esfumó, era más de barniz que de convicciones profundas. Eso la catequesis actual, tanto de niños como de adultos, debiera tenerlo en cuenta; y cada uno debemos también preguntarnos hasta dónde cala en nosotros lo religioso.

En España, y quizá en algunos otros países, se ha dado posteriormente otra acomodación acrítica, la de la política: “¿cómo voy a seguir yendo a la Iglesia si me he afiliado a tal partido, y hasta me he presentado para concejal?” Es muy oportuna la advertencia bíblica: “cuidado con olvidar los sucesos que vieron tus ojos”.

Jesús desconcertó a muchos de sus contemporáneos (eso explica su final). Algunos le vieron “demasiado de manga ancha” en lo referente al descanso sabático, o en la interpretación de otras prescripciones legales, algunas un tanto ridículas: estaba permitido arrancar espigas en sábado, pero no desgranarlas… Jesús fue crítico con tales minucias, pero no fue un esnobista frívolo: miró hacia el fondo de las cosas, no a la superficie, y subrayó lo que podía responder a la Alianza y lo que no. Sus innovaciones mostraban su búsqueda apasionada de la voluntad del Padre en profundidad. No se inquietó por lo “novedoso” ni por lo “desfasado”, sino por lo auténtico. A algunos superficiales les pareció un ácrata; no percibieron a tiempo que pretendía purificar, además de los miembros físicos, los sentimientos del corazón y enderezar hasta las intenciones que pueden enturbiar una mirada.

Para Jesús ningún detalle era despreciable; no le iba lo de brocha gorda o trazo grueso, sino el pincel fino, el detalle que perfecciona la obra de arte, hasta “el mandamiento más pequeño”, hasta “la última tilde de la ley”. Lo que estaba en juego era el respeto a Dios y la perfección humana, y en esos campos nada da lo mismo.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

martes, 17 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 17 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Martes de la 3ª semana de Cuaresma
Hoy, martes, 17 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecia de Daniel (3,25.34-43):

EN aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo:
«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.
Que este sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos, y buscamos tu rostro;
no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.
Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 24,4-5ab.6.7bc.8-9

R/. Recuerda, Señor, tu ternura

V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

V/. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

V/. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):

EN aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 17 de marzo de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

El libro de Daniel se compuso probablemente en la época de las guerras macabeas, en el siglo II antes de Cristo. El autor, ficticiamente, sitúa sus narraciones cuatro siglos antes, en tiempos del exilio babilónico, profundamente grabado en el imaginario religioso de Israel. Una vez más el pueblo elegido está siendo aplastado por el imperio de turno, ahora el siro-seléucida, y su templo, malamente reconstruido al regreso de Babilonia, ha sido despiadadamente profanado: “no tenemos príncipes, ni holocaustos, ni un lugar donde ofrecerte primicias”. La oración de Azarías es semejante a las Lamentaciones. Otra catástrofe más, que el pueblo interpreta como castigo pedagógico por sus pecados y que, bajo la guía de algún líder clarividente, sabe aprovechar para definir de nuevo qué es lo que agrada a Dios: no principalmente un templo de piedra o la sangre de animales, sino “un corazón contrito y un espíritu humilde”. Esto no debe entenderse como una invitación a andar triste y cabizbajo por la vida, sino a reconocerse sencillamente criatura necesitada de su creador, limitada, no autosuficiente ni capaz de salvarse a sí misma, necesitada de perdón y comprensión.

La liturgia cuaresmal acierta al ofrecer este texto a nuestra reflexión; estamos en un “tiempo fuerte”, en el que buscamos formas siempre más auténticas de vivir la fe.

El evangelio vuelve sobre el tema del perdón. Jesús habla de él recurriendo al estilo hiperbólico oriental, con el que nos presenta de forma más impresionante la inconmensurable generosidad de Dios. El creyente, ante todo, deberá admirarla y agradecerla, y luego intentar transparentarla en su propio proceder. 10.000 talentos era una cantidad tan exorbitada que nadie podía ser acreedor de ella, ni poseerla. Y nadie suele pasar tan ofendido por la vida que tenga que perdonar 490 veces (aunque el texto pudiera significar también 77 veces, ¡que ya es!). En un caso y en otro, se trata de una gran generosidad, muy lejos de la casi raquítica propuesta de Pedro.

Lo de Dios en relación con nosotros es siempre de exceso, de superabundancia y de derroche. San Pablo dice que “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” (Rm 5,20) y que “el tesoro de su gracia ha sido un derroche para con nosotros” (Ef 1,8).

Pero lo que Dios en último término desea, repetimos, es ser imitado en su generosidad: “que seáis hijos de vuestro Padre, que regala la lluvia justos e injustos” (Mt 5,45). ¿Cómo es posible que un receptor de tan sobreabundante perdón o condonación no sea capaz de perdonar una minucia?


Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf