jueves, 9 de junio de 2016

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 9 - FUENTE INAGOTABLE DE AMOR


Nardo del 9 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, fuente inagotable de amor!

Meditación: Jesús tanto nos amó que no sólo hasta Su última gota de Sangre derramó, obedeciendo la Voluntad del Padre que lo envió, sino que también desde la Cruz nos dejó a Su Santísima Madre, a la más Bella Mujer que jamás existiría, para que sea nuestra guía. En Pentecostés, Ella, confirmando su apostolado, está reunida con los discípulos esperando la venida del Paráclito, cumpliendo así con lo señalado por su Divino Hijo. Así la Criatura más Perfecta, la Inmaculada, la Llena de Gracia, se convierte en Madre de la Iglesia, participando del misterio de la Corredención. Ella ve con dolor y con amor todas las asechanzas, tropiezos y persecuciones que el enemigo prepara frente a nosotros, interponiéndose para nuestra protección como la Mujer Vestida de Sol, y señalando el camino del regreso de Cristo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Recemos el Rosario a la Santísima Virgen, para que sea nuestra protectora y nuestra guía.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


BUENOS DÍAS!!


miércoles, 8 de junio de 2016

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 8 - SAGRADO CORAZÓN QUE ENVIASTE AL ESPÍRITU SANTO


Nardo del 8 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!

Meditación: Jesús que nos enviaste tu Santo Espíritu, que nos permitiste por Tu inmenso Amor ser templos del mismo Dios, para así vivir en Ti y recibir a la Divinidad en nuestra pobre casa, llenándola de gracias. Que seamos vasijas de barro, purificadas por el Fuego ardiente de Dios, para que Sus dones se derramen en nuestras almas. ¡Oh que sublime posesión sería ésta, ser poseídos por el Espíritu Divino que nos guía y renueva como verdadera Iglesia!.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Pidamos la efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros y sobre toda la Iglesia.

"Ven, Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven¨" (se repite tres veces).


Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

SE HA PERDIDO UNA CRUZ


Se ha perdido una Cruz



¡Atención! Se ha perdido una cruz y no se da con ella, es la de “mi Cristo roto”. ¿Alguno de vosotros, ha encontrado una cruz? ¿Queréis las señas? ¿El tamaño? No es muy grande, pero es una cruz y no hay cruz pequeña, además es una cruz para Cristo y entonces no hay modo de medirla, con estas señas basta porque en definitiva todas las cruces son iguales.

Perdonad pues mi insistencia, ¿Quién de nosotros no ha encontrado una cruz? Mejor dicho: ¿Quién no tiene una cruz? Es un derecho de propiedad irrenunciable que se está ejerciendo siempre, todos la llevamos. La llevamos encima, a cuestas, aunque no se nos vea, aunque sonriamos.

A veces por oculta, es más pesada. Esta noche al acostarnos, no podremos dejarla colgada en la percha, al levantarnos mañana, no será necesario vestírnosla, saltaremos de la cama con ella ya puesta.

¿Que quién ha encontrado una cruz? Todos… todos, buenos y malos, santos y criminales, sanos y enfermos, ni siquiera respeta a los que parecen desafiar el dolor con las carcajadas y juergas de su vida.

Esa pobre mujer, que repintada y aburrida espera sentada a la barra de la cafetería o arrimada a la esquina estratégica, lleva una pavorosa cruz a cuestas, pesa tanto, que se apoya recostándose en la esquina, es una cruz más pesada de lo que sospechamos y el que se acerca a ella buscando el placer, lo hace por huir de otra cruz. Hablan los dos, regatean, prometen, se arreglan al fin y allá van por la calle adelante, con prisa y con la cruz a cuestas, y cuando regresan, cuando ya han tratado de aplacar su hambre de felicidad, sienten defraudados que ha aumentado su cruz, que es mayor. En ella, asco y envilecimiento, en él, desolación.

Toda ciudad en definitiva es un bosque, una selva, una colmena de cruces, ¿Y sabes amigo por qué a veces nuestra cruz resulta intolerable? ¿Sabes por qué llega a convertirse en desesperación y suicidio? Porque entonces nuestra cruz, es una cruz sola, sin Cristo, solamente se puede tolerar cuando lleva un Cristo entre sus brazos.

Una cruz laica, sin sangre ni amor de Dios, es absurda, no tiene sentido, por eso, se me ocurre una idea: Yo tengo un Cristo sin cruz y tú tienes, tal vez, una cruz sin Cristo. Los dos están incompletos. Mi Cristo no descansa, porque le falta su cruz, tú no resistes tu cruz porque te falta Cristo. ¿Por qué no le das esta noche tu cruz vacía al Cristo? Tú tienes una cruz sola, vacía, helada, negra, sin sentido. Te comprendo, sufrir así es irracional y no me explico ¿Cómo has podido tolerarla tanto tiempo? Tienes el remedio en tus manos… anda, dame esa cruz tuya, dámela, te doy en cambio, este Cristo sin reposo y sin cruz. Tómalo, es tuyo, dale tu cruz, toma mi Cristo; júntalos, clávalos, abrázalos y todo habrá cambiado.

Mi Cristo roto descansa en tu cruz, tu cruz se ablanda con mi Cristo en ella. Hemos encontrado una cruz, la nuestra, que resulta ser la de Cristo...


*P. Ramón Cué

PENSAMIENTOS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL PRÓJIMO Y LA FAMILIA



DESPERTAR AL CRISTO DORMIDO EN NOSOTROS


Despertar al Cristo dormido en nosotros.
A Dios no lo vemos con los ojos, pero estamos seguros que está en nuestro corazón. 


Por: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net 




Se levantó una fuerte borrasca... 
Mc 4,35-41

La fe nos exige creer en la presencia de Dios, incluso cuando no lo sentimos.

La vida es como una ensalada bien variada: hay momentos de tranquilidad y de turbación. A veces nos sentimos con tanta fuerza como para mover el mundo con un dedo y otras veces nos sentimos caídos en el fondo de un pozo, abandonados, sin esperanza.

Los apóstoles tuvieron la experiencia de un gran peligro: las aguas les iban a tragar y lo peor era que el único Hombre que podía ayudarles estaba durmiendo tranquilamente.

La experiencia de la tempestad o adversidades es común a todos los hombres, de todas las razas, culturas, lugares y tiempos. La cruz nos persigue como nuestra sombra. ¿Qué hay que hacer? Hay que despertar al Cristo que está durmiendo dentro de nosotros.

Para algunos hombres, Cristo está ausente de sus vidas, pues no tienen ningún contacto personal con Él. No le hablan en la oración y no lo experimentan en los sacramentos.

Para otros, Cristo murió dentro de ellos. Hubo un tiempo, tal vez cuando eran jóvenes, en que caminaban mano a mano con Él. Lo veían en todas partes: en la belleza de la naturaleza y en las maravillas del firmamento. Como dijo un poeta irlandés, Joseph Mary Plunket: "Dios ha hecho tres cosas muy bellas: las estrellas del cielo, las flores del campo y los ojos de los niños".

Pero para muchos el pecado ya ha obstaculizado esta experiencia de Dios. Él es sólo un eco arcano del momento de su Primera Comunión o de su boda.

Para otros más, Cristo está dentro de ellos, pero durmiendo. Tratan de despertarlo por medio de su fe. A veces la fe se hace auténtica. Es la fe de los mártires que no ven nada que no sea la punta de un fusil. La fe no es un sentir, sino un aceptar voluntariamente la presencia de un Dios que no vemos con los ojos, pero estamos seguros que está ahí.

La experiencia del Cristo durmiendo en la barca de nuestra vida es bastante común. Muchas veces uno escucha: "Padre, he perdido mi fe". Y uno le pregunta: "Pero, ¿es que ya no cree en Dios?" La persona responde que sí cree en Él, pero que no lo siente.

Pero a Dios no se lo siente como si fuese un caramelo.

martes, 7 de junio de 2016

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 7 -


Nardo del 7 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, qué sensible y sencillo sos!

Meditación: Me parece entrever por una ranura de la casa de Nazaret a un Joven trabajador que con habilidad modelaba un rústico trozo de madera; en el aire se percibe un rico olor a viruta fresca…parece absorto. De repente y ante una suave voz levanta Su cabeza…es el Rostro de Mi Señor, que diligente y obediente responde al llamado de Su Madre. En la otra habitación, en su lecho un anciano agonizante respira agitadamente…es el pobre papá José. En la Mirada Amorosa de aquel Joven Niño se reflejan tanto amor, tanto dolor, tanta paz. Entre tiernos cuidados y santas lágrimas José inicia su marcha, hasta que se abra la Puerta de la Morada Santa.

¿Somos capaces de imitar la sencillez y el amor que el Señor prodigó a todos los que tocó en Su vida terrena?. ¿O escapamos en el mundo de hoy del cuidado de los ancianos y necesitados?. Justificándonos en que tenemos nuestro trabajo y en que no podemos angustiarnos tanto, ni siquiera podemos dar una sonrisa para aquel que agoniza. ¡Tenemos que vivir…vivir para morir!. Amar de verdad es dar todo hasta desgarrar nuestro mísero corazón en ofrenda al Señor, como lo hizo el Redentor.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Demos cuidado y amor a un anciano necesitado, como lo hizo y lo hace el Señor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.