jueves, 30 de junio de 2016

ESTAMPAS CON ORACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


























FIN DEL MES DE JUNIO, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, 30 DE JUNIO 2016 - CAMINO, VERDAD Y VIDA


Nardo del 30 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Camino, Verdad y Vida!

Meditación: Sabes, Señor, me parece verte en una colina de la hermosa Galilea. Vestido de blanco estás, el manto no llevas, Tus discípulos están descansando y el cielo se está pintando de un rojo tornasolado. Se levanta un rico olor a tierra mojada, y sobre la colina en que pones Tu mirada un trigal se alza, parece como que el campo se ha vestido de dorado para alabar al Dios de lo alto. En la otra colina, sencillas flores multicolores esparcidas la tapizan, y sonríen al nuevo día. Más allá hay un campo ralo en el que no crece ningún sembrado. Señor, me parece que me quieres decir que el mundo así está. A pesar de que toda la tierra fue regada con la Santísima Sangre de Mi Señor, en muchos lugares la semilla no germinó pues no se trabajó con fe y amor. Fue entonces que la planta murió y la tierra en desierto se convirtió. La otra colina en la que germinan flores sencillas son las que han luchado en un campo no tan trabajado, pero donde los talentos a Dios se han presentado y El los ha premiado. El trigal del cual se saca el Pan son todos aquellos a quienes el Señor eligió para ser Sus testigos, y que se vistieron de dorado, abrazándose con nardos pues junto a El su vida han entregado.
Señor, que en la Santa Llaga de Tu Corazón nos abrazas a todos con el Fuego del Amor, escóndenos allí hoy, para evitar que caigamos en el mal. Purifícanos cual metal, para que alcancemos la Verdadera Vida en la Tierra Prometida.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Llenemos el altar que hemos preparado de flores físicas y espirituales, y cantemos en alabanza al Corazón del Amor, que es Jesús, Nuestro Redentor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO, MÁS AUMENTA MI FE

lunes, 27 de junio de 2016

LA ALEGRÍA DEL AMOR VERDADERO


La alegría en el amor verdadero



1)  Para saber
San Pablo menciona juntas dos características del amor: “el amor no se alegra con la injusticia y se alegra con la verdad”. Con lo que se puede ver que la alegría puede orientarse hacia el bien o hacia el mal. Cabe el peligro de alegrarse con un mal, lo cual sucede con la envidia que no permite que los demás nos superen en algún aspecto: porque tiene más cosas, porque saben más, por sus éxitos, por su manera de ser, etc. Pero esta es una actitud venenosa.
Dice el Papa Francisco, al comentar estas frases, que la mala alegría se puede dar en la familia cuando se dan las comparaciones o las competencias, incluso con el cónyuge, en que uno se puede alegrar secretamente de los fracasos del otro. Es un mal sentimiento que hay que evitar, pues indica una falta de amor.
El amor nos lleva a alegrarnos con las alegrías de los demás, porque precisamente queremos su bien, que las cosas le vayan bien. Por eso la verdadera alegría es fruto del amor.

2) Para pensar
En una ocasión le hicieron una entrevista a un escritor que tuvo gran éxito con una de sus obras y se vendieron muchos sus libros. Comenzó diciendo: “Pido perdón por haber tenido éxito”. Así se «excusaba» ante los inevitables envidiosos que no perdonaban que hubiera tenido tal éxito con mucha facilidad según ellos.
Algo semejante sucedió a otro escritor, el español Agustín de Foxá, un rico aristócrata de buena familia, que fue diplomático, novelista, poeta, periodista y casado, además, con una mujer muy guapa. Cuando tuvo, por si fuera poco, otro importante éxito con una de sus obras de teatro, cuando le felicitaron, le oyeron decir: “Yo ya he empezado a hacer correr el rumor de que tengo una úlcera de estómago...” Le preguntaron si acaso era verdad. El respondió: “Conozco el mundo. De esa manera, quien tenga que reconocer mi éxito, podrá añadir: «el pobre, de todos modos, está bastante mal de salud». Y así sentirán cierto alivio”.
En efecto, a veces parece que el mundo no perdona el triunfo de los demás y procura de cualquier modo, a veces con la calumnia, derribar al que sobresalió.
Podemos pensar de qué medida es nuestro amor, según nos alegremos con el bien de los otros.

3) Para vivir
Cuando alguien obtiene un bien, el amor nos lleva a alegrarnos también con él. Y si a alguien le acompaña algún malestar, la misericordia nos lleva a padecerla con aquél. La palabra “misericordia” tiene que ver con “tener el corazón con miserias”, es decir, que al ver las miserias del prójimo, las hacemos propias y le ayudamos a cargarlas y remediarlas, de esa manera somos misericordiosos.
Es preciso, dice el Papa, que “alimentemos nuestra capacidad de gozar con el bien del otro”, procurando dejar de concentrarnos en nuestras propias necesidades… La familia debe ser siempre el lugar donde alguien, que logra algo bueno en la vida, sabe que allí lo van a celebrar con él”. De esa manera, lo que vivimos en la familia, luego lo viviremos en la sociedad.


* Pbro. José Martínez Colín

LA OPORTUNIDAD DE HACER EL BIEN AL PRÓJIMO ES A DIARIO


La oportunidad de hacer el bien al prójimo es a diario
Las obras de misericordia corporales y espirituales son acciones concretas con las que podemos hacer palpable la acción de Dios


Por: Mónica Muñoz | Fuente: El Observador 




Las obras de misericordia que la Iglesia Católica contempla para realizar con más empeño en este Año Jubilar, no son inventos del Papa Francisco. Un cristiano medianamente formado sabe que su origen es bíblico, por eso, para despejar cualquier duda, basta consultar en el Evangelio de San Mateo capítulo 25 versículos del 34 al 40.

Es por eso que el Papa Francisco ha insistido en que este Año Jubilar de la Misericordia hagamos presente a Cristo en los hermanos necesitados. Las obras de misericordia corporales y espirituales son acciones concretas con las que podemos hacer palpable la acción de Dios y “ganar puntos” para alcanzar el cielo, porque no basta con creer, hay que  trabajar para que la gracia de Dios llegue a nuestras vidas y nos transforme, porque “no todo el que dice ‘Señor, Señor’, entrará al Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial”. (Mt 7,21)

Brevemente comentaré las siete obras de misericordia espirituales, que se llevan a cabo con la ayuda del Espíritu Santo y son:

Enseñar al que no sabe: se refiere no solamente a quien no tiene conocimiento en ciencias y materias humanas, sino también compartir las enseñanzas que Cristo el Señor ha dejado para alcanzar la salvación. Es muy importante esmerarnos en alcanzar el conocimiento de la doctrina cristiana para fortalecer nuestra fe y avivar el amor a Dios y sus creaturas, por eso hay que compartir con los hermanos nuestro saber y experiencias cristianas.

Dar buen consejo al que lo necesita: para esto, hay que invocar constantemente al Espíritu Santo, quien inspira adecuadamente lo que se debe decir, pues es muy fácil hacer recomendaciones insanas o desviadas de la moral, por ello se debe tener una conciencia recta y bien formada, pues no todo lo que se aconseja es lo que Cristo quisiera para nosotros. No podemos creer que es correcto aconsejar a una mujer someterse a un aborto o a alguien a que infrinja la ley, sólo porque “todo mundo lo hace”, es por esto, una de las obras más difíciles de realizar sin la ayuda y gracia de Dios.


Corregir al que se equivoca: en este caso, creo que a todos nos gusta hacer ver las fallas en los demás, sin embargo, cuando alguien señala nuestros errores, la historia cambia. Corregir y aceptar correcciones es una manera eficaz de practicar la humildad.

Perdonar al que nos ofende: aquí sentimos que el estómago da un vuelco, pues cuando se trata de olvidar las ofensas el orgullo y la soberbia se hacen presentes. Porque no sólo hay que pedir la gracia divina para dejar atrás lo malo que se cometa contra nosotros, también hay que rogar a Dios fortaleza y valentía para solicitar el perdón a quienes ofendemos. Basta recordar el Padre nuestro: “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Esa es la medida.

Consolar al triste: quien ha sufrido una pérdida, ya sea por la muerte de un familiar, un despido laboral, la destrucción de sus bienes o todo lo que pueda causar sufrimiento a nuestros hermanos, requiere de nuestra solidaridad y disposición para que el que llora pronto alcance consuelo. Ojo: no resignación, porque el que se resigna deja de luchar y pierde toda esperanza; el consuelo conlleva la certeza de que el mal es pasajero y traerá consigo algo bueno, porque Dios no nos abandona cuando ocurre la desgracia, que es inevitable porque es parte de la vida; Él nos sostiene y envía ayudas constantes para que entendamos que las sacudidas son necesarias para nuestro crecimiento y purificación y quizá, para ayudar a nuestro prójimo. Porque, como dice la escritura: “Los caminos de Dios son inescrutables”. 

Sufrir con paciencia los defectos del prójimo: ¡ay!, qué difícil nos resulta la convivencia con personas duras y antipáticas, por eso es una obra de misericordia que más reditúa para el bien de quien lo realiza. Basta recordar a la gran Santa Teresita del Niño Jesús, que soportaba estoicamente los desaires y groserías de una de las religiosas mayores con quienes vivía y a quien cuidaba con tanto cariño como si no le molestara lo que le hacía. Esta obra se debe aplicar con todos, especialmente con nuestra familia, pues son muy comunes los roces entre los que convivimos a diario.

Rogar a Dios por los vivos y los difuntos: Pedir por la gente que amamos es sencillo, sin embargo no siempre lo hacemos. Hay que orar unos por otros, incluyendo a los que nos caen mal y a los que se nos han adelantado en el camino.

Mucho hay por hacer, tenemos todo el año para practicar y hacer que estas obras se vuelvan parte permanente de nuestras vidas. ¿Qué esperamos para comenzar?

LA VOZ DE CRISTO QUE CAMBIA CORAZONES


La voz de Cristo que cambia los corazones
Atraviesa los siglos y llega hasta nuestro tiempo. Esa voz, acogida gracias a la fe, cambia corazones y enciende esperanzas. 


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Año tras año, siglo tras siglo, hombres y mujeres caminan. Unos nacen, otros mueren. La vida tiene un ritmo que no puede detenerse.

Se suceden momentos de alegría y otros de tristeza. Pero solo tienen sentido aquellos momentos y acciones en los que se acoge el amor y se ama.

Si comprendemos esto, llegamos a captar el misterio de la existencia humana. No parece fácil, porque frecuentemente nos ahogan asuntos inmediatos, voces que aturden, cansancios asfixiantes y tentaciones de dentro o de fuera.

Una mirada al horizonte puede desvelar el misterio de la meta. Más allá de la muerte Dios nos espera. Más acá, estamos en el tiempo de la misericordia.

Ese fue el sentido de la Encarnación del Hijo. Vino para hacer la Voluntad del Padre, que coincidía con la salvación de los hombres.



La voz de Cristo provocó un terremoto espiritual en tierras de Palestina durante pocos años del primer siglo de nuestra era. Esa voz sigue viva también hoy, resuena en millones de corazones.

¿Escuchamos lo que dice el Maestro? ¿Abrimos el corazón al don de misericordia que brota de la Cruz en el Calvario? ¿Comprendemos el milagro de la victoria definitiva sobre la muerte que se produjo la mañana de la Pascua?

Los hechos se suceden. Noticias que alegran o que inquietan. Preocupaciones por la familia, por los amigos, por la salud, por el trabajo. Leyes y gobiernos que van contra los principios básicos de la justicia y del respeto a la vida.

La voz de Jesús el Nazareno atraviesa los siglos y llega hasta nuestro tiempo. Esa voz, acogida gracias a la fe, cambia corazones y enciende esperanzas. Trae misericordia y sostiene a los que trabajan por la paz, la justicia y la verdad.

El cielo está más cerca de lo que imaginamos. En cada misa asistimos nuevamente al culmen de la Redención, nos unimos a quien reina, triunfante, en los cielos.

"Porque es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz..." (Rm 13,11‑12).

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 27 - CONFIANZA Y AMOR


Nardo del 27 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, confianza y amor!

Meditación: Jesús, mi corazón se ha puesto triste...porque Tú, que tanto nos quisiste, que nos redimiste, nos miras a través de los siglos y nos dices lleno de dolor y de amor: "...la falta de confianza lastima mis entrañas...". Señor, Tú sabes lo que siento cuando te veo clavado y muriendo por Amor, pero sin recibir amor, pues hoy nuevamente te lo negamos. No confiamos en Vos, no creemos que eres el único Dios, no vivimos para Vos, pues si te amáramos confiaríamos en Ti, y Tú serias nuestro único descanso. Señor, mi amado, Tu sabes que te amo y que por ti clamo, pero también sabes cuan pequeño es mi amor, pues muchas veces te he negado. Hoy Te pido perdón, y como sabes bien que Tú eres mi querer, te pido que aumentes mi fe, que me bañes en el manantial de Tu amor, para ser así el más fiel a mi Rey. Que sea como Tu Mamá: fiel por toda la eternidad. Y hoy te digo despacito y al oído, a Ti, Mi Cristo, a Ti, Mi Señor Bendito: "Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Sé mío".

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Digamos varias veces al día "Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío, más aumenta mi fe".

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.



sábado, 25 de junio de 2016

LA OTRA MEJILLA


La otra mejilla



Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. 
Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos, muy piadosos. 

Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. 

Eran viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos.

En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y fugó por la ladera. 

Los monjes avisaron con rapidez al abad. 

El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó:

- Que has hecho? Me has dejado con un solo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa.
- Padre, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos.

- Bueno, toma el tercer rollo. Sino, se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz. Que Dios te ilumine.

Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. 
Estimaron que había estado flojo con el rapaz, y que era el monasterio el que había perdido. 
Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.

Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó. 
Pidió hablar con el Padre Superior:

- Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Mi vida se ha transformado.

Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente.

El abad recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento.

Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba.

El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha la conmoción del poder incalculable de la otra mejilla.



Enrique Mariscal