sábado, 22 de febrero de 2020

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 22 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
22 de Febrero



Leví siguió a Jesús dejándolo todo y esa es la actitud que discípulo del Señor debe adoptar, esa es la condición que indefectiblemente debe poner; en nuestra vida no caben dos: Dios y nosotros; si está Dios, nosotros debemos desaparecer; si estamos nosotros, nuestro propio yo, nuestro egoísmo, Dios se retira, pues Dios no puede compartir con nadie ningún corazón.

Abandonarlo todo, todo sin excepción, sin restricciones, sin limitaciones, sin esconder nada, sin regatear nada; Cristo se despojó de todo por ti, aun su propia vida; justo es que tú también respondas de la misma forma, dejándolo todo por él y no permitiendo que nada en el mundo o en tu vida te pueda alejar de Jesús.



* P. Alfonso Milagro

FELIZ FIN DE SEMANA




viernes, 21 de febrero de 2020

MUCHOS SON LOS LLAMADOS, POCOS LOS ELEGIDOS


Muchos son los llamados, pocos los elegidos
Talentos Trabajando


Por: Katlheen Velasco | Fuente: Catholic.net




Una frase tan peculiar en la biblia que todos alguna vez la hemos escuchado ó leído en diferentes circunstancias de la vida, ésta cita me ha tomado rato tiempo en el pensamiento; así que decidí analizarla cuestionándome con las siguientes tres preguntas.

¿Qué piensas de ésta cita?, ¿Qué te hace sentir?, y ¿Cuál es tú experiencia con dicha frase? Me ha sido sumamente fácil responderlas, no he tenido ninguna experiencia en específico más que ésta situación en la que como inspiración del Espíritu Santo me ha nacido el deseo de analizarla. Lo que pienso acerca de dicha cita es que siempre se trata de escuchar, pero hay dos formas de hacerlo; queriendo y sabiendo.

Dios está siempre ahí, gritando sin cansarse que quiere lo mejor para ti, que quiere tú corazón y tú felicidad; y de verdad que nunca se cansa de hacerlo. Él no es cómo tú madre llamándote a comer, Él no sólo te llama tres veces y no vuelve hacerlo porque ya ha sido suficiente ruego, Él tampoco utiliza algún tipo de corneta u otro sonido para evitarse la fatiga de gritar, mucho menos te contará hasta tres para que lo hagas en seguida. Dios es más sutil, siempre está ahí hablándote en el silencio.

Silencio, eso a lo que todo ser humano le teme sin siquiera darse cuenta, analiza tú vida y date cuenta que el silencio suele ser incómodo, fatigante y muchas veces triste, pero en realidad el silencio para Dios no es lo que para el hombre.

Para Él es el mejor medio de comunicación, es ése momento en el que tu capacidad humana comienza a cuestionarse sobre la forma en cómo vive; es en él cuando te grita todas las respuestas.

Nunca se ha tratado de saber escuchar, en realidad siempre se ha tratado de querer escuchar, la diferencia entre ello es que no se necesita sabiduría para hacer algo, se necesita desear hacerlo con todo el corazón. Porque has escuchado millones de veces que debes ir a misa, que debes seguirlo porque Él es el camino, la verdad y la vida, pero en realidad no has querido escuchar a profundidad dichas palabras que tu entorno te grita y recuerda a cada instante.

Y cuándo aceptas querer hacerlo es cuándo tus ojos se abren a la verdadera realidad, cuándo ya no dependes más de ti y ahora piensas en Él en más que un ser supremo y posiblemente irreal, ahora lo tomas cómo amigo y se convierte en la persona más importante de tu vida y comienzas a cuestionarte porqué tardaste tanto en decirle que sí y aceptar el llamado. Ese sí valiente que cambió tú vida.

Cuando llegas a éste punto te das cuenta de que hay muchos que te acompañan en el sí valiente en tiempo y forma, otros tantos que ya llevan cierto rato en haberlo dado y muchos más que siguen acobardados con los ojos vendados y los oídos cerrados sólo porque si.

Es éste momento cuando te toca ser ejemplo y orar por los que aún no han dado el paso valiente al inicio de una conversión.

Para finalizar, dicha frase me hace sentir valiente y orgullosa de ya haber dado el sí hace un tiempo. Pero también me ocupa una gran responsabilidad, la responsabilidad de ser fiel amante y seguidora.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 21 DE FEBRERO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 6ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 21 de febrero de 2020


Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2,14-24.26):

De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.» Tú crees que hay un solo Dios; muy bien, pero eso lo creen tambien los demonios, y los hace temblar. ¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil? ¿No quedó justificado Abrahán, nuestro padre, por sus obras, por ofrecer a su hijo Isaac en el altar? Ya ves que la fe actuaba en sus obras, y que por las obras la fe llegó a su madurez. Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: «Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.» Y en otro pasaje se le llama «amigo de Dios.» Veis que el hombre queda justificado por las obras, y no por la fe sólo. Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 111,1-2.3-4.5-6

R/. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,34–9,1):

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.»
Y añadió: «Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 21 de febrero de 2020
Juan Carlos Rodriguez, cmf


Queridos hermanos:

Habla claro nuestro Maestro. Nunca ha sido de los que „doran la píldora“. Y pone las cartas sobre la mesa, sin rodeos.

Negarse. Cargar con la cruz. Perder la vida… Seguirle.

¿Necedad? ¿Locura? ¿Ingenuidad? ¿Absurdo?

Quizá sea bueno comenzar dejando que nos venga, a primer plano de conciencia, lo que las propuestas de Jesús, sus llamadas y sus condiciones han provocado en nosotros. Dejemos que afloren los sentimientos que suscitaron y las argumentaciones que cada uno hemos ido haciendo ante esas condiciones, esas exigencias…

Incomprensión. Resistencias. Explicaciones plausibles. Racionalizaciones, Literalismo. Huídas. Acogida…

Llamados a vivir el Evangelio sin glosa, nos preguntamos dónde está el secreto de esa contra-cultural, alternativa y a contra-corriente propuesta del Maestro.

¿No será que eso que llamamos vida solo es vida cuando se vive desviviéndose por el otro, por los otros, (por el que es la Vida de y para todos)? ¿No será que cuando damos y nos damos, entregamos y nos entregamos, regalamos y nos regalamos es cuando nos vamos haciendo con la consistencia de verdadera humanidad? ¿No será que el antídoto contra la exclusión, la indiferencia y todo tipo de inhumanidad es hacerse cargo, encargarse y cargar con el dolor ajeno, con las lágrimas del otro, con la postración de la mayoría?

Quizá la cosa sea bien sencilla. El que nos hace la propuesta es de fiar. Podemos lanzarnos a vivir a su aire, con su estilo, porque nos ha regalado el Espíritu que transforma desde dentro, que nos otorga una nueva mentalidad: la que contiene la clave con la que fueron creadas todas las cosas, la del sueño originario de Dios para la humanidad y para la entera realidad.

Maestro, contigo y en Ti.

Vuestro hermano.
P. Juan Carlos, cmf
jcracmf@gmail.com

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 21 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
21 de Febrero




Jesús sintió compasión de la gente que tenía hambre: hambre de pan y hambre de justicia y de verdad.

Tú debes sentir compasión de todos y tu compasión no ha de ser sentimental, sino que ha de expresarse en los esfuerzos que hagas para dar el pan al pobre hambriento, pero también para presentar al rico los bienes espirituales de que carece.

Sé compasivo con todos los que tiene alguna necesidad de orden material o espiritual, personal o familiar y acude a socorrer todas las necesidades que estén a tu alcance, pero no te olvides de que el hambre de pan retuerce el estómago y el hambre de Dios retuerce el espíritu.



* P. Alfonso Milagro

FELIZ VIERNES!!!




jueves, 20 de febrero de 2020

ORACIONES PARA HOY JUEVES EUCARÍSTICO, MI VISITA A JESÚS SACRAMENTADO


MI VISITA A
JESÚS SACRAMENTADO




Actos de adoración:
Vengo, Jesús mío, a visitarte.
Te adoro en el sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San Juan, tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo.
Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.


Actos de fe:
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a salvarnos.
Creo que estás presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás, por mi amor, en el Sagrario noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.
Creo que bendices a los que te visitan, y que atiendes los ruegos de tus adoradores.
Creo que eres el viático de los moribundos que te aman para llevarlos al cielo.
Creo en Ti, y creo por los que no creen. (Comunión espiritual).


Actos de esperanza:
Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios y me has creado para el cielo.
Espero en Ti, porque eres mi Padre. Todo lo he recibido de tu bondad. Sólo lo malo es mío.
Espero en Ti, porque eres mi Redentor.
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu filiación divina.
Espero en Ti, porque eres mi Abogado que me defiendes ante el Padre.
Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constante en la Eucaristía.
Espero en Ti, porque has conquistado el cielo con tu Pasión y muerte.
Espero en Ti, porque reparas mis deudas.
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.
Espero en Ti, porque eres tan bueno que me mandas que confíe en Ti bajo pena de condenación eterna.
Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca has defraudado mi esperanza.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!



Actos de caridad:
Te amo, Jesús mío, y te amo con todas las veras y como a nadie.
Porque Tú me has amado infinitamente,
Porque Tú me has amado desde la eternidad.
Porque Tú has muerto para salvarme
Porque Tú no has podido amar más.
Porque Tú me has hecho participante de tu divinidad y quieres que lo sea de tu gloria.
Porque Tú te entregas del todo a mi en la Comunión.
Porque Tú me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.
Porque Tú estás siempre por mi amor en la Santa Eucaristía.
Porque Tú me recibes siempre en audiencia sin hacerme esperar.
Porque Tú eres mi mayor Amigo.
Porque Tú me llenas de tus dones.
Porque Tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados e ingratitudes.
Porque Tú me has enseñado que Dios es Padre que me ama mucho.
Porque Tú me has dado por Madre a tu misma Madre.
¡Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más y más!
Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor.
Te amo por los que no te aman.
Te amo por los que nunca piensan en Ti.
Te amo por los que no te visitan.
Te amo por los que te ofenden e injurian.
¡Que pena por esto!
Te amo y te digo con aquel tu siervo:
¡Oh Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor eterno, inmenso e infinito que tienes a tu Padre celestial! ¡Oh Padre adorable! Te ofrezco el amor eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús, como mío que es. Te amo cuando tu Hijo te ama. (S. Juan Eudes).


Actos de contrición:
¡Jesús mío, misericordia!
Jesús mío; te pido perdón por los muchos pecados que he cometido durante mi vida.
Por los de mi niñez y adolescencia.
Por los de mi juventud.
Por los de mi edad adulta.
Por los que conozco y no conozco.
Por lo mucho que te he disgustado con ellos.
Por lo mal que me he portado contigo.
Siento mucho haberte ofendido.
¡Perdóname, perdóname, perdóname!
Perdóname según tu gran misericordia.
Perdóname por lo ingrato que he sido para Ti.
Perdóname y no quieras ya acordarte de mis pecados.
Perdóname y limpia mi alma de toda basura e infidelidad.
Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador.
Perdóname, porque estoy muy arrepentido.
Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con tu divina gracia.
Perdóname y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
Perdóname, que me causan mucho miedo mis pecados.
Perdóname, porque me reconozco pecador y reo.
Perdóname, porque no obstante Tú sabes que te quiero mucho.
Jesús, sé para mí Jesús.
Madre mía, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús.
¡Dulce Corazón de María, sé mi salvación!


Actos de gratitud:
Oh Jesús, te doy rendidas gracias por los beneficios que me has dado.
Yo no sabré nunca contarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré eternamente.
Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.
Espíritu Santo que me inspiráis estos sentimientos, a Ti sea dado todo honor y toda gloria.
Jesús mío, te doy gracias sobre todo por haberme redimido.
Por haberme hecho cristiano mediante el Bautismo, cuyas promesas renuevo.
Por haberme dado por Madre a tu misma Madre.
Por haberme dado un grande amor a tan tierna Madre.
Por haberme dado por Protector a San José, tu Padre adoptivo.
Por haberme dado al Ángel de mi Guarda.
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte y de vivir y morir en tu gracia.



Actos de súplica:

Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.
Que persevere siempre en tu amor.
Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y en la hora de mi muerte.
Que no permitas que jamás me aparte de Ti.
Que sepa padecer con resignación por Ti.
Que no me preocupe sino de amarte.
Que ame también a mis prójimos.
Que ame mucho a los pecadores.
Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.
Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.
Que ampares a tu Iglesia.
Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.
A los Prelados y a los Sacerdotes.
A los Religiosos y Religiosas.
A los que mandan en tu nombre.
A los que gobiernan nuestra nación
A nuestra querida patria.
A mis amados parientes y allegados.
Que pagues a mis bienhechores
Que favorezcas a los que ruegan por mí.
Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.
Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.
Que me concedas una muerte santa.
Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!
Que me lleves al cielo cuando muera.
Amén.




ORACIÓN FINAL

Jesús mío, échame tu bendición antes de salir, y que el recuerdo de esta visita, que acabo de hacerte, persevere en mi memoria y me anime amarte más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore constantemente y lo hagas más agradable a tus divinos ojos.

Adiós, adiós, Jesús mío.