miércoles, 2 de junio de 2021

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 2 DE JUNIO DE 2021

 



 Miércoles 9 del tiempo ordinario


1ª Lectura (Tob 3,1-11a.16-17a): En aquellos días, profundamente afligido, sollocé, me eché a llorar y empecé a rezar entre sollozos: «Señor, tú eres justo, todas tus obras son justas; tú actúas con misericordia y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tú, Señor, acuérdate de mí y mírame; no me castigues por mis pecados, mis errores y los de mis padres, cometidos en tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos has hecho refrán, comentario y burla de todas las naciones donde nos has dispersado. Sí, todas tus sentencias son justas cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos cumplido tus mandatos ni hemos procedido lealmente en tu presencia.

»Haz ahora de mí lo que te guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la tierra y en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de oír ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo me libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y escuchando tales ultrajes».

Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, el de Ecbatana de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo fue matando a todos los maridos, cuando iban a unirse a ella según costumbre. La criada le dijo: «Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado ya con siete, y no llevas el apellido ni siquiera de uno. Porque ellos hayan muerto, ¿a qué nos castigas por su culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo ni una hija tuya!».

Entonces Sara, profundamente afligida, se echó a llorar y subió al piso de arriba de la casa, con intención de ahorcarse. Pero lo pensó otra vez, y se dijo: «¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse hecha una desgraciada. Y mandaré a la tumba a mi anciano padre, de puro dolor. Será mejor no ahorcarme, sino pedir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más insultos». Extendió las manos hacia la ventana y rezó.

En el mismo momento, el Dios de la gloria escuchó la oración de los dos, y envió a Rafael para curarlos.



Salmo responsorial: 24

R/. A ti, Señor, levanto mi alma.

Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Versículo antes del Evangelio (Jn 11,25.26): Aleluya. Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no morirá jamás. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 12,18-27): En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer».

Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».




«No es un Dios de muertos, sino de vivos»

Pbro. D. Federico Elías ALCAMÁN Riffo

(Puchuncaví - Valparaíso, Chile)


Hoy, la Santa Iglesia pone a nuestra consideración —por la palabra de Cristo— la realidad de la resurrección y las propiedades de los cuerpos resucitados. En efecto, el Evangelio nos narra el encuentro de Jesús con los saduceos, quienes —mediante un caso hipotético rebuscado— le presentan una dificultad acerca de la resurrección de los muertos, verdad en la cual ellos no creían.

Le dicen que, si una mujer enviuda siete veces, «¿de cuál de ellos [los siete esposos] será mujer?» (Mc 12,23). Buscan, así, poner en ridículo la doctrina de Jesús. Mas, el Señor deshace tal dificultad al exponer que, «cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos» (Mc 12,25).

Y, dada la ocasión, Nuestro Señor aprovecha la circunstancia para afirmar la existencia de la resurrección, citando lo que le dijo Dios a Moisés en el episodio de la zarza: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob», y agrega: «No es un Dios de muertos, sino de vivos» (Mc 12,26-27). Ahí Jesús les reprocha lo equivocados que están, porque no entienden ni la Escritura ni el poder de Dios; es más, esta verdad ya estaba revelada en el Antiguo Testamento: así lo enseñaron Isaías, la madre de los Macabeos, Job y otros.

San Agustín describía así la vida de eterna y amorosa comunión: «No padecerás allí límites ni estrecheces al poseer todo; tendrás todo, y tu hermano tendrá también todo; porque vosotros dos, tú y él, os convertiréis en uno, y este único todo también tendrá a Aquel que os posea a ambos».

Nosotros, lejos de dudar de las Escrituras y del poder misericordioso de Dios, adheridos con toda la mente y el corazón a esta verdad esperanzadora, nos gozamos de no quedar frustrados en nuestra sed de vida, plena y eterna, la cual se nos asegura en el mismo Dios, en su gloria y felicidad. Ante esta invitación divina no nos queda sino fomentar nuestras ansias de ver a Dios, el deseo de estar para siempre reinando junto a Él.

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: 2 DE JUNIO

 


 Nardo del 2 de junio

¡Oh Sagrado Corazón, Llama ardiente!


Meditación: El Corazón de mi Jesús tanto amó, que en llama de fuego se presentó para purificar, para salvar, para amar… Pero ¡quién lo ha de mirar! Si muchos lo llegamos hasta a despreciar, a no buscar, a ignorar, pues no queremos que nos venga a señalar las miserias y tibiezas que nuestro pobre corazón encierra. Seamos ardientes amantes de Cristo, consumidos por el Fuego de Su Amor, para poder así limpiar nuestro corazón y llegar a servir a nuestro Dulce Señor.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre sí. Amén.

Florecilla: Hagamos una buena confesión, ofreciéndosela al Sagrado Corazón de Jesús.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 1 - MIÉRCOLES 2 DE JUNIO DE 2021

  


NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



1. ORACIÓN INICIAL

Oh Jesús, atraído hacia Ti por la fuerte irradiación de tu amor, vengo a tu Corazón Santísimo, formado en el seno virginal de María por obra del Espíritu Santo. Hijo del Padre, que con el Espíritu Santo constituyen la Augusta Trinidad, eres Tú asiento de todas las gracias, modelo de todas las virtudes, ideal de toda santidad y meta suprema para todo cristiano.

En estos días que anteceden a tu fiesta, quiero acercarme a Ti, con espíritu contrito y humillado, para clamarte me concedas esas ansias de santidad que esta obra de tu Amor, reclaman de mi entrega a ella.

Cómo anhelo, Divino Corazón, que aceleres el plazo y colmes los deseos de esta familia tuya nacida de tu amor, que tanto desea ver convertido en realidad su ideal y también el aumento de sus miembros y los medios para cumplir la misión que le ha sido confiada.

Mientras tanto, haz que vivamos en la plenitud de las virtudes teologales, firmes en la fe, apoyados en los hechos a lo largo de estos años, que confirman que Tú nos has entregado esta Obra que has previsto para la santificación de la Iglesia; alimentados con la esperanza de un bien tan necesario para responder al Vaticano II; y fuertemente enamorados de tu Divino Corazón, cuya devoción es nuestra roca, nuestro baluarte y el mejor instrumento para santificarnos nosotros y colaborar en la santificación de la Iglesia.

María, Tú que formaste en tu seno, por obra del Espíritu Santo, este Divino Corazón, intercede con la fuerza de tu mediación para que lleguemos a la realidad que anhelamos. Así sea. Amén.


2. DÍA PRIMERO

El Corazón traspasado de Cristo

El agua que Cristo prometió, brotaría de su Corazón, brotó en su muerte consumada al ser traspasado su Corazón por la lanza. La muerte de Nuestro Señor es nuestra salvación y nuestra vida. Con su muerte se instituye la Iglesia, los sacramentos, se nos comunica el Espíritu Santo, río de la gracia; pero es el mismo Cristo quien ha simbolizado en su Corazón traspasado su muerte redentora y la fuente de gracias, para darnos de nuevo a entender que el motivo de su muerte y de la gracia que nos hace Hijos de Dios, es el amor.

“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Único” (Jn. 3,16). “…como propiciación por nuestros pecados” (1Jn. 4,10). “Ved el amor de Dios, que nos ha concedido ser hijos suyos” (1Jn. 3,1). Y quiere Cristo que vayamos a Él y bebamos de esa fuente. ¿No es esto proponernos ya la espiritualidad de su Corazón, Corazón bueno y humilde (Mt. 11,29) del cual hemos de aprender? Después revelaría a Santa Margarita María: “Éste es el Corazón que tanto ha amado a los hombres”.

Por ello, dicen los Papas, hablando de la devoción al Corazón de Jesús: “Es un culto al amor con que Dios nos amó por medio de Jesús”. “Nadie llegará a sentir debidamente a Jesucristo crucificado, si no penetra en los más íntimos secretos de su Corazón”.


3. *ACTO DE DESAGRAVIO*

Acudamos a desagraviar al Sagrado Corazón de Jesús:

Por todas las blasfemias, sacrilegios, profanación de fiestas que se cometen contra el nombre de Dios en sus templos: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por los ataques a la Iglesia, persecuciones y propagandas de ateísmo: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por los apóstatas, los que desprecian el Magisterio de la Iglesia y todos los falsos profetas: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por las opresiones de los gobiernos, de esclavitud, de delincuencia, y todas las injusticias laborales, familiares y sociales: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por todos los actos inhumanos de violencia, asesinatos, torturas, malos tratos, robos, estafas, extorsiones: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por toda la inmoralidad y corrupción: en el trabajo profesional, en las relaciones sociales, espectáculos, diversiones, modas, lecturas, bebidas, drogas: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por los pecados de escándalo y de respeto humano: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por todos los pecados contra la santidad de la familia y contra el amor fraterno: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Por los sacerdotes y religiosos indignos, por los políticos ambiciosos, por todos los abusos de autoridad: PERDÓN, SEÑOR, PERDÓN.

Cristo Jesús, le pedimos especialmente a tu Corazón que conceda gracias abundantes a los más necesitados; nunca permitas que nos apartemos de Ti, sino que aprendiendo de tu Corazón nuestros sentimientos y juicios, cada día nos parezcamos más a Ti.


4. ORACIÓN FINAL

Corazón Santísimo de Jesús, don tuyo es tu Corazón y con Él nos lo das todo. Nos lo diste al nacer en Belén, nos lo diste en la cruz al ser traspasado por la lanza y nos lo das todos los días al darnos tu propio cuerpo en la Sagrada Eucaristía.

¡Daos cuenta, nos dices, de lo que os doy! Pues, Señor, que el fruto de esta novena sea sobre todo, que nos abras el sentido de este don tuyo, compendio de todos tus dones. Danos el pleno conocimiento de este don; danos una segura esperanza que en tu Corazón lo tendremos todo; y sobre todo, danos tu amor desbordante para ese Corazón donde quisiéramos vivir en la tierra para santificarnos, donde tengamos la dicha de poseeros en el Cielo.

 Así sea. Amén.


Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Alabado sea el Corazón de Jesús en todo lugar y tiempo...

Con María, su Madre

martes, 1 de junio de 2021

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 1 DE JUNIO DE 2021

 



 Martes 9 del tiempo ordinario



1ª Lectura (Tob 2,9-14): Yo, Tobías, la noche de Pentecostés, cuando hube enterrado el cadáver, después del baño fui al patio y me tumbé junto a la tapia, con la cara destapada porque hacía calor; yo no sabía que en la tapia, encima de mí, había un nido de gorriones; su excremento caliente me cayó en los ojos, y se me formaron nubes. Fui a los médicos a que me curaran; pero cuanto más ungüentos me daban, más vista perdía, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve sin vista cuatro años. Todos mis parientes se apenaron por mi desgracia, y Ajicar me cuidó dos años, hasta que marchó a Elimaida.

En aquella situación, mi mujer Ana se puso hacer labores para ganar dinero. Los clientes le daban el importe cuando les llevaba la labor terminada. Un día, el siete del mes doce, al terminar ella un trabajo, lo entregó a sus dueños, quienes le dieron el importe íntegro y le regalaron un cabrito para que lo trajese a casa. Cuando llegó, el cabrito empezó a balar. Yo llamé a mi mujer y le dije: «¿De dónde viene ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo al dueño, que no podemos comer nada robado». Ana me respondió: «Me lo han dado de propina, además de la paga». Pero yo no la creía y, abochornado por su acción, insistí en que se lo devolviera al dueño. Entonces me replicó: «¿Y dónde están tus limosnas? ¿Dónde están tus obras de caridad? ¡Ya ves lo que te pasa!».




Salmo responsorial: 111

R/. El corazón del justo está firme en el Señor.

Dichoso el que teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.

No temerá la malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.

Versículo antes del Evangelio (Ef 1,17-18): Aleluya. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón para que sepamos cuál es la esperanza de nuestra vocación. Aleluya.


Texto del Evangelio (Mc 12,13-17): En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?».

Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de Él.



«Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios»

Rev. D. Manuel SÁNCHEZ Sánchez

(Sevilla, España)



Hoy, de nuevo nos maravillamos del ingenio y sabiduría de Cristo. Él, con su magistral respuesta, señala directamente la justa autonomía de las realidades terrenas: «Lo del César, devolvédselo al César» (Mc 12,17).

Pero la Palabra de hoy es algo más que saber salir de un apuro; es una cuestión que tiene actualidad en todos los momentos de nuestra vida: ¿qué le estoy dando a Dios?; ¿es realmente lo más importante en mi vida? ¿Dónde he puesto el corazón? Porque... «donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Lc 12,34).

En efecto, según san Jerónimo, «tenéis que dar forzosamente al César la moneda que lleva impresa su imagen; pero vosotros entregad con gusto todo vuestro ser a Dios, porque impresa está en nosotros su imagen y no la del César». A lo largo de su vida, Jesucristo plantea constantemente la cuestión de la elección. Somos nosotros los que estamos llamados a elegir, y las opciones son claras: vivir desde los valores de este mundo, o vivir desde los valores del Evangelio.

Siempre es tiempo de elección, tiempo de conversión, tiempo para volver a “resituar” nuestra vida en la dinámica de Dios. Será la oración, y especialmente la realizada con la Palabra de Dios, la que nos vaya descubriendo lo que Dios quiere de nosotros. El que sabe elegir a Dios se convierte en morada de Dios, pues «si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Jn 14,23). Es la oración la que se convierte en la auténtica escuela donde, como afirma Tertuliano, «Cristo nos va enseñando cuál era el designio del Padre que Él realizaba en el mundo, y cual la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio». ¡Sepamos, por tanto, elegir lo que nos conviene!

QUINCE MINUTOS ANTE EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 



 Quince minutos ante el Sagrado Corazón


CONFORMIDAD DE NUESTRO CORAZÓN CON SU CORAZÓN

DESCENDÍ DEL CIELO NO PARA HACER MI VOLUNTAD, SINO LA DE MI PADRE


Hijo mío, Yo vine a la tierra para hacer la voluntad de Aquél que me envió. Sabía cuántos insultos, dolores, desprecios y tormentos me estaban reservados, y sin embargo, no vacilé en abrazar la voluntad de mi Padre. Todo esto era bien poco en comparación de la amargura que experimentaba mi Corazón al pensar en la ingratitud de los hombres que, ciegos y deslumbrados los unos con el amor de los placeres y el brillo de las riquezas, y dormidos los otros sobre los papeles de sus negocios, los primeros no han querido verme, y los otros apenas se despiertan, o se despiertan   tan tarde que hacen inútiles mis enseñanzas y la vida que di por ellos. ¡Oh ingratitud incomprensible! Tú también hijo mío te apartas de mí. ¿Por qué corres tras de lo que no has de conseguir? ¿Por qué te precipitas en las fuentes cenagosas que no apagan la sed? ¿Por qué no escuchas mi voz, cuando te llamo como el padre más cariñoso, como el amigo más fiel? En mi Corazón y en el de mi Purísima Madre, que también lo es tuya, encontrarás el manantial que nunca se agota. Te ofrezco dulzuras incomparables y tú prefieres el acíbar que produce el remordimiento, a cambio de un momento de placer. Buscas una dicha ficticia y engañosa, y a pesar del afán con que la buscas, tienes que confesar que no la encuentras. ¿Sabes por qué? Porque has despreciado la Ley que yo te di, y te has desviado de la senda que yo te tracé. Si alguna vez me sigues, tu paso es tan inseguro que el menor obstáculo te hace retroceder.

¡Oh dulcísimo Corazón! Ya que dijiste: Qui fecerit voluntatem Patris mei, ipse meus frater est, yo quiero ser tu hermano.

Y para que yo pueda llevar con propiedad este título deliciosísimo que me da tu amor, ayúdame Madre mía, y Tú, Jesús mío, modelos de humildad y obediencia. Yo propongo en adelante conformarme con tu voluntad, Corazón adorable de Jesús.

Y si te dignas darme tribulaciones, te amaré siempre, Corazón pacientísimo.

Si quieres darme alegrías, te amaré siempre, Corazón humildísimo.

Si quieres darme enfermedades y pobreza, te amaré siempre, Corazón modestísimo.

Si quieres que me injurien y calumnien, te amaré siempre, Corazón mansísimo. Si quieres que me ensalcen, te amaré siempre, Corazón perfectísimo.

Y si quieres que me humillen, que mis parientes me nieguen, que los amigos me falten y que la sociedad me abandone, haz que te amé siempre, Corazón santísimo, porque todo lo que no eres Tú, nada es, y no quiero confiar sino en ti, para que pueda morir exclamando:

Cumplí tu voluntad, Jesús divino,

Mientras viví en el mundo cenagoso;

Y hoy, por mi dicha, al fin de este camino

Espero me recibas amoroso.

Amén.

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: 1 DE JUNIO



 Nardo del 1ro de Junio:

¡Oh Sagrado Corazón, Luz en este mundo de oscuridad!


Meditación: Corazón Sagrado, enllagado y martirizado por nuestros pecados, sé nuestra Luz para vivir sólo en Ti, y así poder seguir nuestro camino para llegar un día a habitar junto al Padre Celestial

Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús! ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que sepamos plasmar en nuestro pobre corazón, lo que nos enseñó el Hijo de Dios. Meditemos cuán poco sabemos de El.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria. 

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - EN VOS CONFÍO