sábado, 9 de enero de 2016

LA AMABILIDAD: LO VALIENTE NO QUITA LO CORTÉS


Amabilidad: Lo valiente no quita lo cortés
Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir «buenos días» a nuestros padres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a los profesores, a los compañeros de oficina o al conductor del auto.
Por: Andrés Ocádiz Amador, LC 




El padre José Luis Martín Descalzo narraba una anécdota que le sucedió a un compañero de trabajo. Este amigo suyo volvía de la oficina a su casa. Al llegar a la estación compró, como siempre, un billete de metro, pero al pagar se llevó una sorpresa. La chica que le atendía, con una sonrisa tímida, le respondió: «Hoy no tiene usted que pagar». El hombre se quedó de una pieza. Preguntó el porqué. «Porque ayer se fue sin coger el vuelto», respondió la chica desde el otro lado del cristal. ¿Acaso recordaba su rostro? ¿Conocía quién era? Nada de eso. La chica ni siquiera había estado el día anterior; pero una compañera le había dicho por la mañana: «Cuando venga el señor que siempre nos da las buenas tardes, dile que hoy no tiene que pagar». Con esta referencia, la muchacha en turno supo puntualmente de quién se trataba.

Una hermosa experiencia que hace brillar la nobleza de un corazón. Sin embargo, esta misma luz pone de manifiesto la oscuridad de tantas personas que han olvidado ya ser amables con los demás. ¡Cuántas personas pasarían por aquellas taquillas del metro madrileño! Y sólo una de ellas era inconfundible porque era «el señor que siempre nos da las buenas tardes».

En la cultura que se ha ido imponiendo en nuestros días parece que ser amable es ser amilanado, débil o, simplemente, tonto. Expresiones que denotan respeto y educación se evitan, ya que el usarlas nos haría quedar mal delante de nuestro “círculo de amistades”.

Si le doy las gracias al mesero que me sirve la mesa dejaría entrever que estoy necesitado de su servicio. Como en todos los casos implica una degradación de nuestra grande personalidad, mejor no usarlas para poder aparecer como alguien fuerte y seguro de sí mismo.

Ser amable no es sinónimo de falta de reciedumbre. Todo lo contrario, produce más admiración y gratitud quien dice: «pase usted» que quien simplemente se echa a un lado para quitarse de enfrente de la puerta. Ser cordial indica mayor entereza y domino que poner un rostro frío de absoluta indiferencia. El “duro” se hace respetar, el cortés es respetado por lo que es.

Siempre tenemos cientos de oportunidades para ser amables con los demás. Basta pensar que, cada mañana, podemos decir «buenos días» a nuestros padres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a los profesores, a los compañeros de oficina o al conductor del autobús.

Ceder el asiento en el metro a una señora o a un anciano se puede hacer con facilidad. Desear un buen día de trabajo al mesero de nuestro café preferido no cuesta mucho. Oportunidades, desde luego, no faltan; sólo hay que descubrirlas y hacer la costumbre.

Este tipo de detalles es el que cambia rostros y alegra atmósferas enteras. Las relaciones se estrechan. Las sonrisas se multiplican. El trabajo se disfruta. El corazón rejuvenece. Se acrecienta el deseo de compartir el tiempo. ¿Por qué? Porque la gente se siente tratada con el respeto y la dignidad de lo que verdaderamente son: personas e hijos de Dios. Y todo esto depende tan sólo de un sencillo «buenos días».

viernes, 8 de enero de 2016

SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME


Señor, si quieres, puedes limpiarme
Milagros



Lucas 5, 12-16. Navidad. Lo único que necesitas es acercarte humildemente a Cristo y pedírle lo que necesitas. 


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 5, 12-16
Y sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». El extendió la mano, le tocó, y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante le desapareció la lepra. Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.

Oración introductoria
Señor, vengo ante Ti como el leproso del Evangelio. Estoy necesitado de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis lepras, de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad. Conviérteme en un verdadero cristiano.

Petición
Señor, que pueda corresponder a tu gracia amando a los demás.

Meditación del Papa Francisco
La lepra era una condena de por vida y sanar a un leproso era tan difícil como resucitar a un  muerto. Y por eso eran marginados. Sin embargo, Jesús tiende la mano al excluido y demuestra el valor fundamental de una palabra: cercanía.
No se puede hacer comunidad sin cercanía. No se puede hacer paz sin acercarse, ni se puede hacer el bien sin acercarse. Jesús podía decirle: ¡sánate! Pero no, se acercó y le tocó. Es más, en el momento que Jesús tocó al impuro se convierte en impuro.
Este es el misterio de Jesús, tomar consigo nuestras suciedades, nuestras cosas impuras. Pablo lo explica bien: “Siendo igual a Dios, no estimó esta divinidad un bien irrenunciable, se aniquiló a sí mismo. Jesús se hace pecado. Jesús se excluye, ha tomado consigo la impureza por acercarse a nosotros”.
Muchas veces pienso que es, no digo imposible, pero muy difícil hacer el bien sin mancharse las manos. Y Jesús se manchó. Cercanía. Y después va más allá. Le dijo: “Ve donde los sacerdotes y haz lo que se debe hacer cuando un leproso es sanado”. Al que era excluido de la vida social, Jesús lo incluye: lo incluye en la Iglesia, lo incluye en la sociedad… “Ve para que todas las cosas sean como deben ser”. Jesús no marginaba nunca a nadie. Se marginaba a sí mismo, para incluir a los marginados, para incluirnos a nosotros, pecadores, marginados, con su vida. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de junio de 2015, en Santa Marta).


Reflexión
Nadie hubiera pensado que curarse de la lepra fuera tan fácil. Lo único que precisó este enfermo, fue acercarse humildemente a Cristo y pedírselo. Él sabía que Cristo bien podía hacerlo. Además, cree con todo su corazón en la bondad del Maestro. Quizá por esto, es que se presenta tan tímido y sencillo a la vez: "Maestro, si quieres, puedes curarme". La actitud denota no sólo humildad y respeto, revela además, confianza...

La vida de muchas personas, y a veces la nuestra, se ve llena de enfermedades y males, sucesos indeseados y problemas de todos los tipos, que nos podrían orillar a perder la confianza en el Maestro, Buen Pastor. Quizá alguna vez, hemos pensado que Él nos ha dejado, que ya no está con nosotros; pues sentimos que nuestra pequeña barca ha comenzado a naufragar en el mar de la vida... Pero de esta forma, olvidamos que el primero en probar el sufrimiento y la soledad fue Él mismo, mientras padecía su muerte en la cruz. Y así, nos quiso enseñar que Dios siempre sabe sacar bienes de males, pues por esa muerte ignominiosa, nos vino la Redención.

La lección de confiar en Cristo y en su infinita bondad, no es esperar que nos quitará todos los sufrimientos de nuestras vidas. Sino que nos ayudará a saber llevarlos, para la purificación de nuestra alma, en beneficio de toda la Iglesia.

Propósito
Tener presente la preparación de mi siguiente confesión, no posponerla, decidirme.

Diálogo con Cristo
Señor, cuántas veces me creo sano y no me doy cuenta de que estoy enfermo espiritualmente. ¡Cúrame Jesús! Que a semejanza del leproso del Evangelio, la experiencia de tu amor, me dé toda la luz para hacer un buen examen de conciencia y un firme propósito de enmienda al acercarme al sacramento de la reconciliación.

CONSEJOS DE UN PADRE A SU HIJO PARA VIVIR FELIZ


CONSEJOS DE UN PADRE 
A SU HIJO PARA VIVIR FELIZ


Jackson Brown no es un gran pensador, ni un Nóbel de literatura. Es sólo un hombre común, un padre preocupado por la felicidad de su hijo que quiso escribir estos simples  'consejos', al momento que éste se iría a estudiar a la Universidad, lejos de su casa. Su hijo decidió fotocopiarlos y los distribuyó entre sus compañeros de estudio. Tuvieron tanto éxito, que una editorial le pidió autorización a Brown para editar un libro con ellos. Poco tiempo después, ampliado bajo el título 'Vivir Feliz', se convirtió en un Best Seller que lleva decenas de ediciones y millones de ejemplares traducidos a varios idiomas. 

Observa el amanecer por lo menos una vez al año. 

Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos. 

Ten un buen equipo de música. 

Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa. 

Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra. 

Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa. 

Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución. 

Conduce automóviles que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa. 

Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión. 

No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Ya lo sabe. 

Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza). 

Anímate a presentarte a alguien que te cae bien simplemente con una sonrisa y diciendo: Mi nombre es fulano de tal; todavía no nos han presentado. 

Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir. 

Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado. 

Haz lo que sea correcto, sin importar lo que otros piensen. 

Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo. 

Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas. Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades. 

Recuerda el viejo proverbio: Sin deudas, sin peligro. 

No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios. 

Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. (El que no vive para servir, no sirve para vivir). 

Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno. 

Confía en Dios, pero cierra tu automóvil con llave. 

Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también 'el gran riesgo'. 

Nunca confundas riqueza con éxito. 

No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos. 

No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices 

Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus estudios. 

Has dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos. 

Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes. 

No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta. 

No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene. 

Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte nuestra vida encima de él. 

No confundas confort con felicidad. 

Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal. 

Escucha el doble de lo que hablas (por eso Dios nos dio dos oídos y una sola boca). 

Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos. 

Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos. 

Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento. 

Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres. 

Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles. 

'La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo... simplemente disfruta al máximo de todo lo que Dios pone en su camino' 

EL AMOR Y LOS DETALLES


El amor y los detalles
Autor:  Padre Justo López Melús

El amor se manifiesta sobre todo en los pequeños detalles. Y es que cuando hay amor hay detalles, y cuando no hay detalles es que no hay amor. Un corazón sensible no admite extravagancias ni faltas de respeto. Un caballero, por ejemplo, no permite que se burlen de su madre, y no tiene reparos humanos en mostrarle cariño.

Cuenta el cardenal Suenens que en una ocasión acompañaba al rey Balduino por una carretera secundaria. Conducía el rey, él era el único pasajero. De repente dio un brusco frenazo. Al pasar cerca de un pueblo vio una imagen de la Virgen sobre un pedestal, pero alguien había tenido el mal gusto de profanarla poniéndole en la cabeza un casco militar. El rey se bajó del coche, quitó el casco y lo tiró a una zanja. Luego cogió el volante y arrancó sin comentarios, como la cosa más natural del mundo.

CALENDARIOS RELIGIOSOS DE LA VIRGEN MARÍA, AÑO 2016



UNA PROFECÍA DEL PADRE PÍO SE CUMPLIRÁ EN PIETRELCINA CON LA AYUDA DEL PAPA FRANCISCO


Una profecía del Padre Pío se cumplirá en Pietrelcina con la ayuda del Papa Francisco
Por Walter Sánchez Silva



 (ACI).- El superior del convento de los capuchinos en Pietrelcina, P. Marciano Guarino, informó que los restos del Santo Padre Pío llegarán a esa localidad italiana 100 años después de que el fraile dejara su ciudad natal. Así se cumplirá la profecía que hizo sobre su regreso algunos años después de su muerte.

La urna con los restos del Padre Pío llegará a Pietrelcina para estar unos días allí luego de permanecer los primeros días de febrero en la Basílica de San Pedro en el Vaticano en ocasión del Jubileo de la Misericordia, gracias al Papa Francisco que ha querido que esto sea un importante signo de la misericordia de Dios.

En agosto de 1968, poco antes de su muerte, el Padre Pío conversaba con el Padre Mariano da Santa Croce, quien le dijo que volvería a su ciudad natal “algunos años después de su muerte (…) El Señor sabe… y lo llamará también a usted al Paraíso. Luego de su muerte, habrá signos, prodigios, milagros y la Iglesia lo elevará a los altares. Entonces traerán su cuerpo aquí y se hará una bella procesión hacia Pietrelcina ¿Lo he dicho bien?”

El Santo, señala el diario Avvenire de los obispos italianos, juntó sus manos y tras mover la cabeza dos veces le dijo al otro sacerdote: “Y así será”.



El 17 de febrero de 1916 y luego de un periodo de convalecencia que transcurrió en varios conventos de la zona y en Pietrelcina, el Padre Pío dejó su ciudad natal para ingresar a la comunidad religiosa de Santa Ana en Foggia, un lugar en donde “aprendió a convivir con las fuerzas demoníacas que lo atormentaban en su celda durante las noches”.

Luego de una temporada en Foggia partió a San Giovanni Rotondo en donde sirvió hasta su muerte el 23 de septiembre de 1968.

El P. Marciano Guarino dijo que ha llegado el momento para que “nuestro hermano regrese a ‘su’ Pietrelcina en donde ha nacido y ha respirado el aire de un barrio y una ciudad particular, elegida por Dios para ser cuna de un santo”.

Los restos del Santo estarán Pietrelcina del 11 al 13 de febrero, según informa Teleradio Padre Pio.

San Pío de Pietrelcina vivió entre 1887 y 1968. Aunque nació en Pietrelcina, este sacerdote de la Orden de los Frailes Capuchinos Menores ejerció su ministerio en San Giovanni Rotondo desde 1916 hasta su muerte.

También recibió los estigmas y tuvo visiones místicas de Cristo. El Santo tenía "la frente alta y serena, la mirada vivaz, dulce; y la expresión con visos de bondad y sinceridad". Era muy gentil con sus hermanos; muy amado por sus superiores; transcurría de 10 a 12 horas al día confesando y celebraba la Misa con gran devoción.

El Padre Pío fue beatificado en 1999 y canonizado en 2002 por el Papa San Juan Pablo II.

HOY DI: GRACIAS PADRE!!


Hoy di: ¡Gracias, Padre!
Gracias por el don de la existencia. Gracias por haberme hecho a tu imagen y semejanza. Gracias por el don gratuito de tu amor.
Por: P. Evaristo Sada LC 




Hoy sé un hijo agradecido
Levanta la mirada y dile gracias al Creador del universo:
Padre:

Gracias por el don de la existencia.
Gracias por haberme hecho a tu imagen y semejanza.
Gracias por el don gratuito de tu amor, gracias por amarme como soy.

Gracias porque me has dado ojos para ver,
oídos para escuchar, manos para acariciar,
inteligencia para conocer la verdad, voluntad para buscar el bien,
corazón para amar y para hacerlo tu morada.
¡Mi corazón: templo de la Trinidad! ¡Cosa maravillosa!

Gracias por la capacidad de asombro que me diste.
Gracias por mis padres, por mi familia, por tener un hogar que me cobija.
Gracias por los amigos fieles y también por los que me han hecho sufrir.
Gracias por los tiempos dolorosos de mi vida,
por dejarme sentir la soledad para venir luego a colmarla con tu misericordia.
Gracias por quienes rezan por mí.
Gracias por la vocación y misión que me confiaste.
Gracias por haber puesto tu mirada en mí, gracias por confiar en mí.
Gracias por tantas experiencias bellas de mi vida.
Gracias sobre todo por la experiencia del amor de Cristo.
Gracias por haberlo enviado a vivir con nosotros como uno de nosotros,
para revelarnos tu rostro, redimirnos y trazarnos el camino.
Nos amó hasta el extremo,
nos dio como Madre a María Santísima,
se quedó para siempre en la Eucaristía,
y al final nos entregó a su mismo Espíritu, fuente del mayor consuelo.
Gracias por mi bautismo, por mi Madre la Iglesia,
por mi ángel de la guarda y por esperarme con los brazos abiertos en el cielo.
Gracias por tu paciencia conmigo,
gracias por perdonarme siempre y por seguirme amando sin guardar resentimientos.
Gracias por la vida y por la eternidad que me espera.
Una y mil veces: ¡Gracias Padre!


¡Gracias Padre por este Año Nuevo que inicia!