jueves, 3 de marzo de 2016

LA DEVOCIÓN A LA IMAGEN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

LA DEVOCIÓN A LA IMAGEN
 DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


El que ama se consuela en algún modo de la ausencia de su amigo considerando su retrato al cual lleva consigo, lo besa con ternura, y lo mira con frecuencia. Otro tanto nos aconseja hacer el devoto Lausperge con respecto a las imágenes del Corazón de Jesús. Tengan, dice, para conservar su devoción, alguna imagen de este Corazón adorable; colóquenla en algún lugar donde puedan verla a menudo, con el fin de que su vista excite en ustedes el fuego del amor divino. Bésenla con la misma devoción con que besarían al Corazón mismo de Jesucristo; entren en espíritu hasta ese Corazón divinizado, imprimiendo el suyo en él con una ardorosa fuerza, sepultando en él su alma entera y esforzándose por atraer hacia ustedes el amor que reina en el Corazón de Jesús, sus gracias, sus virtudes; en una palabra, todo lo que encierra este Corazón Sagrado, pues es el manantial inagotable de todos los bienes.

Además, si esta práctica no fuera provechosa, ¿enseñaría la Iglesia el culto de las santas imágenes? Santa Teresa dice en su vida con esa admirable sencillez que la caracteriza: “No siéndome muy fácil recordar, a menudo, los objetos, me gustaban en extremo las imágenes”.

¡Ah! Desgraciados de los que pierden por su culpa los socorros que podían sacar de ellas. Tales personas demuestran bastante que no aman a nuestro seño; porque si lo amasen, se regocijarían al ver su imagen, así como los hombres se alegran mucho al mirar el retrato de la persona amada. Pero nada debe excitar tanto en ustedes esta veneración hacia las imágenes del Corazón de Jesús, como el placer que él experimenta cuando lo honramos.
He aquí lo que dice Santa Margarita María: “un día, que era el de San Juan Evangelista, después de la sagrada comunión, se me presentó el Corazón de Jesús como en un trono de fuego cuyas llamas más brillantes que el sol esparcían su luz por todos lados. La llaga que recibió sobre la cruz se percibió se percibió en el visiblemente; estaba además coronado  de espinas y ornado de una cruz. MI divino Salvador me hizo conocer que estos instrumentos de la pasión significaban que el amor inmenso de su Corazón para con los hombres había sido el principio de todos sus sufrimientos; que desde el primer instante de su encarnación había tenido presentes todos aquellos tormentos y ultrajes; que desde aquel momento, la cruz fue plantada en su Corazón, por decirlo así; que desde entonces aceptó todos los dolores y humillaciones que su santa humanidad había de sufrir durante el curso de su vida mortal, como también todos los agravios a que había de exponerle su amor por los hombres, permaneciendo con ellos en el Santísimo Sacramento hasta el fin de los siglos.


“Mi Salvador, añade ella, me ha asegurado que le complacía mucho ver los sentimientos interiores de su Corazón y de su amor honrados bajo la figura de este Corazón de carne, tal cual me había sido manifestado, rodeado de llamas, coronado de espinas y colocado debajo de una cruz, y que era su voluntad que una tal imagen de ese Sagrado Corazón fuese presentada al público, con el fin, añadió mi amable Redentor, de enternecer el corazón insensible de los hombres; al mismo tiempo, me prometió que derramaría con profusión los tesoros de gracia, que su Corazón posee en un grado inmenso, sobre los que le tributasen este honor y que, donde quiera que esta santa imagen fuese colocada para honrarla especialmente, atraería los favores del cielo”.

Refiérese que los habitantes de Antioquia detuvieron un terremoto escribiendo en las puertas de sus casas: Jesucristo está con nosotros, detente.

Llevemos sobre nuestro Corazón la imagen del Corazón de Jesús, y entonces, desafiando con valor al enemigo  de nuestra salvación, en todas nuestras tentaciones podremos decirle: El Corazón de Jesús está conmigo, detente.


Obsequio: Llevar consigo una imagen o medalla del Corazón de Jesús; tener una en su oratorio, procurando, en cuanto sea posible, que haya una capillita dedicada especialmente a su culto en la parroquia del lugar en que uno vive.

Jaculatoria. Vamos con confianza al trono de la gracia, al Corazón de Jesús, a fin de experimentar los efectos de su misericordia y hallar en él la gracia en la necesidad.


Transcrito por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

¿CÓMO CONTEMPLAR EL CORAZÓN DE JESÚS Y EL CORAZÓN DE MARÍA?


Autor: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com
¿Cómo contemplar el Corazón de Jesús y el Corazón de María?
El corazón es un signo sencillo que encierra un gran misterio. Es asequible, concreto y profundo. Dice más de lo que es, mucho más.




El corazón es un signo sencillo que encierra un gran misterio. Es asequible, concreto y profundo. Dice más de lo que es, mucho más. Está cargado de afectos. Referirse al corazón es un modo sintético de considerar el gran misterio de la entrega en el amor. Los enamorados pintan corazones en los árboles y en las iglesias.
El Sagrado Corazón no es sólo una representación sensible, ni su devoción se queda en un conjunto de prácticas religiosas. La devoción al Sagrado Corazón evoca el amor del Hijo de Dios que se encarnó por amor y que entregó su cuerpo en la cruz mediante un acto de amor. Esta devoción ayuda a centrar la vida espiritual en el amor de Jesús, rico en misericordia.

Si alguien tiene sed que venga a mí y beba (Jn 17, 37)

El buscador de Dios encuentra en la oración una respuesta. La meditación diaria es un momento de gracia en que el Espíritu Santo viene con Su poder y nos cubre con Su sombra (cf Lc 1,35). Allí, el amor se convierte para el sediento en la única ocupación.

Desde el día en que el soldado traspasó el costado de Jesús con su lanza (Jn 19,34), la Iglesia es regada por esa fuente de la que mana la Vida. Por eso ayuda mucho contemplar en la oración la herida en el costado de Jesús. Junto a María, al pie de la cruz, ver cómo brotan el agua y la sangre, figuras del bautismo y de la eucaristía. Es un continuo fluir de la misericordia divina que nos lava y nos nutre y sacia nuestra sed a través de los sacramentos. El costado traspasado de Jesús nos baña con su infinita misericordia que brota del manantial del amor: el Sagrado Corazón.

Un modo de contemplar el amor de Jesús es, pues, a través del costado traspasado. Les comparto tres consideraciones delante de la herida del costado de Jesús que me han ayudado en la oración:

1. Dios nos ama con un corazón humano

Una dificultad frecuente en la vida de oración consiste en que se ve el mundo espiritual demasiado lejano a nuestra realidad cotidiana. Me gusta imaginar a un bebé buscando desde el suelo la mirada de su padre sin poder alcanzarlo. De pronto el padre se tumba en el suelo, se pone a su nivel y le sonríe. Luego lo carga y lo levanta. Nosotros no alcanzamos a Dios y, de pronto, Él desciende hasta nosotros y nos eleva a Sí.

En Cristo, Dios se hace asequible. (cf Jn 1,14) El Corazón de Jesús representa la humanidad de Cristo; lo vemos como uno de los nuestros. Dios se encarnó para amarnos con un corazón humano. Así nos permitió vivir la comunión de vida con Él. Y cuando vemos a Dios amándonos así, con un corazón como el nuestro, nos brota espontáneo decirle: ¡Así te necesito, de carne, sangre y hueso!

Si el amor de Dios nos parece demasiado espiritual para estar a nuestro alcance es que aún no conocemos a Jesús de Nazareth, el que nació en Belén y murió en Jerusalén por amor a nosotros.

2. Contemplar para escuchar

Otra dificultad que se plantea continuamente en la dirección espiritual y en los cursos de oración cuando se explica que orar es sobre todo escuchar, es la pregunta ¿Y qué significa escuchar en la oración? ¿Cómo se hace para escuchar a Dios? Mi respuesta suele ser: si quieres escuchar, contempla.

Contémplalo en la cueva de Belén, contémplalo en la cruz, contémplalo en la creación, contémplalo en el Sagrario, contempla los corazones traspasados de Jesús y de María…. y escucharás que te dice que te ama. 

Contemplar los misterios de la vida de Cristo es comprobar la abundancia del amor de Dios a nosotros. "Mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37; Zac 12, 10). Mirarle con los ojos interiores, mirarle sobre todo cuando estamos dolidos y arrepentidos y escuchar que nos dice una y otra vez: “No pasó nada, te sigo amando igual”.

Así se lo dijo a Sor Faustina:

“Has de saber hija mía, que mi corazón es la Misericordia misma. Desde este mar de Misericordia las Gracias se derraman sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mí ha partido sin haber sido consolada. Cada miseria se hunde en mi Misericordia y de este manantial brota toda Gracia salvadora y santificante..." (Diario de Sor Faustina # 1777, p. 626)

3. Dejarse amar

¿Quién entiende la pasión de Cristo? ¿Quién entiende la Eucaristía? No tratemos de entender, son misterios que más bien es preciso contemplar y agradecer.

El icono de este artículo que se encuentra en la parte superior, apareció en el siglo XII en Oriente es fuente de fecunda inspiración.

Centra la mirada en las manos de Jesús. No están atadas con cuerdas. Las cuerdas que le atan debe descubrirlas el corazón contemplativo: son las cuerdas del amor a la Iglesia. Se encuentran libres, pero Jesús  libremente se somete y se ofrece como manso cordero.
“Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente” (Jn 10,18) “Su no-violencia es la fuerza del amor” (Jean Corbon)

Después de resucitado quiere quedarse con las manos voluntariamente atadas, preso en el Sagrario, para que vaya a visitarle y allí encontrar yo mi descanso: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo  os aliviaré” (Mt 11, 28). Él es el preso y sin embargo, cuando voy a acompañarle, soy yo el que sale consolado.

Para mí, éste icono, llamado “Del esposo”, es el icono de los Corazones traspasados de Jesús y de María. Mira los rostros de Jesús y de María.

Jesús reclina su cabeza sobre la Madre, significando aceptación. Y María, representándonos a todos nosotros, se une a Jesús llena de compasión (en este contexto puedes leer con provecho el artículo ¿Cómo sé si rezo bien el rosario?). Ese diálogo contemplativo de la mirada de María, nos hace comprender que el quehacer en la oración es dejarse amar y amar. El rostro de Cristo Redentor: manso y misericordioso. En sus ojos cerrados repasa la historia de tu vida y de la suya, deja que te invada de paz y junto con San Pablo concluye sin decir palabra: “Me amó y se entregó por mí” (Gal 2, 20)

Y una vez que has experimentado el grande amor que Dios te tiene: dale amor. El camino nos lo indican las dos manos de María. ¿Hacia dónde están orientadas? Hacia el costado traspasado: así nos muestra ella el camino de la interioridad y la conversión. Conocer el amor, vivir el amor, compartir el amor.

Este icono me dice que la oración, más que actos y técnicas es un tiempo para estar juntos, sin preocuparnos de pasos y de métodos, sino de estar en su presencia, contemplando el rostro de Cristo. Estarse allí, como María: dándole amor, gustando su amor, compartiendo su amor.

Una sugerencia para la meditación personal en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

En la solemnidad del Sagrado Corazón haré mi oración de esta manera, tal vez alguno quiera hacer lo mismo: trayendo a la memoria el icono de los Corazones traspasados estaré rumiando esta expresión de San Agustín que me hace tanto bien en el momento presente de mi vida:

“El pasado ponlo en las manos de la Divina Misericordia. 
El futuro en manos de la Divina Providencia. 
El presente en manos del Divino Amor.” 
¡Sagrado Corazón de Jesús! En ti confío

martes, 23 de febrero de 2016

SEGUIRÉ ADELANTE!!!


¡Seguiré adelante!


Voy a seguir creyendo, aún cuando la gente pierda la esperanza.
Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio.
Voy a seguir construyendo, aún cuando otros destruyan.
Voy a seguir hablando de paz, aún en medio de una guerra.
Voy a seguir iluminando, aún en medio de la oscuridad.

Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha.
Y seguiré gritando, aún cuando otros callen.
Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas.
Y transmitiré alivio, cuando vea dolor.
Y regalaré motivos de alegría donde sólo haya tristezas.
Invitaré a caminar al que decidió quedarse.
Y levantaré los brazos a los que se han rendido.

Porque en medio de la desolación, siempre habrá un niño que nos mirará esperanzado, esperando algo de nosotros. Y aún en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol y en medio del desierto crecerá una planta. Siempre habrá un pájaro que nos cante, un niño que nos sonría y mariposas que brinden su belleza.

Pero si algún día ves que ya no sigo, no sonrío o callo, acércate y dame un beso, un abrazo o regálame una sonrisa; con eso será suficiente. Seguramente, la vida me abofeteó y me sorprendió por un segundo, pero ese gesto hará que vuelva a mi camino.

"Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa soy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el evangelio. Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia.
Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo; y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio. De este evangelio he sido yo designado heraldo, apóstol y maestro. Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado. Con fe y amor en Cristo Jesús, sigue el ejemplo de la sana doctrina que de mí aprendiste. Con el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida la preciosa enseñanza que se te ha confiado" 2 Timoteo 1:8-13.

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA





REFLEJO DE TUS ACTOS


Reflejo de tus actos



No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones.

Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logro meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.

El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al
terminar de subirlas se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se adentro en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1000 perritos más, observandolo tan fijamente como él los observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para si mismo: "¡Qué lugar tan agradable... voy a venir más seguido a visitarlo!"

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir, obviamente vio como los 1000 perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: "¡Qué lugar tan horrible es éste... nunca más volveré a entrar allí!".

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decia: "La casa de los 1000 espejos".

Todos los rostros del mundo son espejos. Decide cuál rostro llevarás por dentro y ese será el que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás.

Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, sólo se sienten con el corazón.