domingo, 12 de junio de 2016

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DIA 11 -



Nardo del 11 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, desgarrado en el Huerto!

Meditación: Señor, estás solo…solo desde hace 20 siglos…solo hoy…solo en el Getsemaní…solo en Tu sufrimiento. Como en aquel tiempo, sentís frío, el frío del abandono, el frío del dolor, el frío de la falta de fe y amor. Frío y soledad en el Huerto…frío y soledad en el Sagrario. Los hombres de hace dos mil años y los hombres del mundo actual se olvidaron del Maestro, de que nos hiciste Tus amigos, y nos tomaste como hermanos. Tú, el mismo Dios, te hiciste pequeño. Tú, el Dueño, el Hombre Dios, has sido nuevamente olvidado por todos aquellos que decimos ser Tus testigos, que te seguimos, pero nos quedamos dormidos. ¡Somos tibios!. Nuevamente no oramos…como antaño…no te acompañamos ni reparamos las ofensas que a través del pecado desgarran Tu Sagrado Corazón. Por todo ello Señor, Mi Dios, perdón.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Adoremos al Señor en el Sagrario, meditando particularmente respecto de todo lo que El nos da, y también sobre nuestras faltas de caridad.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

viernes, 10 de junio de 2016

JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 10 -


Nardo del 10 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, modelo de virtudes sos!

Meditación: Jesús, que desde pequeño fuiste perfecto, que corrías y cantabas dando al mundo esperanza, pues ya se acercaba la Primera Santa Pascua. La Luz del Sol se ocultaba en Tu interior, cubierta con pétalos de humildad y obediencia al Creador. ¿Por qué no entendemos los hombres que tenemos que imitarte, que es un honor llevar Tu imagen, y que debemos dejarnos modelar por Tus Benditas Manos de Carpintero, para llegar a ser a semejanza de Nuestro Maestro?. ¡Qué honor el nuestro!. Pero qué bajo que caemos, pues cuan pocos son los que quieren ser como Cristo, Nuestro Rey Divino. Cambiemos nuestro pobre corazón por Su Sagrado Corazón, sabiendo que recibiremos todos los gozos, pues así el Señor habitará en nosotros, y tendremos la dicha de participar en la Santa Llaga, pues la humanidad hoy le clava nuevamente en Su Sagrado Corazón la lanza.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

EL BARCO EN PELIGRO


El barco en peligro



Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (Salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan duras e incomprensibles.

En cierta ocasión se desató una tempestad en alta mar. Parecía que la nave iba a naufragar. Toda la tripulación y los pasajeros aterrorizados corrían de un lugar a otro sin saber qué hacer. Mientras tanto, en uno de los camarotes dormía un niño de siete años, hijo del capitán.  Uno de los tripulantes lo fue a despertar inmediatamente. Cuando el chico se dio cuenta de lo que sucedía, preguntó: ¿y en manos de quién está ahora el  timón? El barco está en manos de tu  padre, respondió el marinero. Entonces, no tengo por qué preocuparme, él sabe bien qué hacer, dijo confiadamente el niño y siguió durmiendo.

“Descarguen en el Señor sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes”. Si lees y meditas la Biblia, encontrarás esta exhortación y otras semejantes. Te ayudarán a fortalecer tu confianza en Dios que te ofrece refugio “a la sombra de sus alas mientras vienen calamidades” de cualquier clase y magnitud. “No temas, contigo estoy. Yo te amo”,  te asegura Dios.


* Enviado por el P. Natalio

QUÉ SON LOS PRIMEROS VIERNES DE MES?


Los Primeros Viernes
Una bendición que no pasa de moda

Aquella herejía jansenista quiso apartar a las almas de la Sagrada Comunión, pero Jesús le ganó la partida...


Por: Pedro García Cmf | Fuente: www.riial.org 




Corrían los últimos años del siglo diecisiete y se había echado sobre toda Europa dentro de la Iglesia una herejía verdaderamente mala, maldita, nacida del mismo infierno. Se le llamó Jansenismo. ¿En qué consistía?

Tenía las apariencias de algo muy justo, como era el respeto grande a Dios. Decían aquellos herejes, que se confesaban muy católicos: Como Dios es tan grande, tan santo, tan santísimo, solamente nos podemos acercar a El con un alma purísima, con una conciencia inmaculada, con una santidad digna de Dios. Esto es lo que decían ellos.

Pero, como nadie se veía con una limpieza de alma tan exquisita, ¿qué ocurría? Pues que las almas, en vez de acercarse confiadamente a Dios, huían de El por miedo. Sobre todo, se alejaron de la Sagrada Comunión. No se atrevían a comulgar porque nadie era digno de recibir al Señor. Total, que el Sacramento de los Sacramentos no servía para otra cosa sino para caer de rodillas ante él en adoración profunda, llena de temor, y para nada más.

El mal era muy grave. Pero fue el mismo Jesús quien puso remedio. Se aparece a Margarita María —precisamente en la octava del Corpus—, le muestra el Corazón sobre su pecho, y le dice unas palabras que han pasado a la historia de la piedad cristiana moderna:

- Este es el Corazón que tanto ha amado a los hombres, que no ha ahorrado nada hasta entregarse del todo por ellos, y, sin embargo, no recibo de ellos más que ingratitud y menosprecios. Encarga a Margarita María que propague la devoción al Corazón de Jesús, y le hace la gran promesa:

- Yo prometo la salvación a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos como una reparación a mi Corazón divino. ¿Cuál fue el resultado? Las almas, antes tan miedosas de acercarse a comulgar, perdieron el temor. Empezaron a comulgar los Primeros Viernes, seguían comulgando los demás días, y después se convirtió la Sagrada Comunión —como lo fue desde el principio en la Iglesia— en el alimento normal del cristiano cara a la vida eterna. Jesús había conseguido con aquella aparición y aquella promesa lo que El pretendía: hacer de la Eucaristía el centro de la vida cristiana.

La verdad es que vale la pena conservar la costumbre de la Sagrada Comunión en los Primeros Viernes. Indiscutiblemente, que trae muchas bendiciones y gracias sobre toda la Iglesia.

En la evangelización primera de muchas Misiones modernas, la práctica de los Primeros Viernes ha jugado un gran papel y ha metido hondamente la costumbre de recibir al Señor en el Sacramento.

Se hizo célebre el caso de un indio piel roja en Norteamérica. El jefe de la tribu, llamado Ciprá, se hace un corte en la mano al trabajar. Ante el peligro de infección, el Padre Misionero le obliga a emprender un largo viaje en busca del médico, el cual, ante la gravedad del caso, le manda quedarse unos días para hacerle una cura radical, antes de que se extienda la gangrena. Y el indio:

- No puedo detenerme. Mañana es Primer Viernes y tengo que ir con los demás de mi tribu a la Misión a recibir la Comunión del “vestidura negra”. Ya volveré después.

- Pero después ya será demasiado tarde, y habré de cortarte la mano.

- No importa. Me cortarás la mano. Pero Ciprá no faltará a la Comunión del Primer Viernes con los demás de la tribu. No hubo manera de convencer a aquel indio cabezón. Marchó, recibió la Comunión de manos del “vestidura negra” —como llamaban al Padre con sotana—, y, al volver, la cosa ya no temía remedio.

- Ya te lo dije... Ahora es necesario amputarte tres dedos al menos. Y el cacique, simpático: - Pues, corta los tres dedos, que no valen lo que una Comunión.

En fin, dejemos al indio piel roja con su mano maltrecha, para preguntarnos ahora nosotros: ¿qué queda de aquella práctica tan bella de la Comunión en los Primeros Viernes? ¿Ha pasado de moda? No, afortunadamente. No ha pasado de moda, aunque hoy ya no tenga la fuerza que tuvo en años pasados. Son muchas las iglesias que se ven muy concurridas en los Primeros Viernes de mes, muchas las confesiones y muy nutridas las filas de los comulgantes. Quizá ya no se mira hoy tanto eso de la promesa de la salvación, que, al fin y al cabo, es una promesa de una revelación privada, en la cual nadie está obligado a creer.

El gran fruto de la práctica de los Primeros Viernes es que ahora se comulga para obsequiar al Corazón de Jesús, para desagraviarle por los pecados del mundo, para rogar por la salvación de todos. Y más que en la promesa a Margarita María, se mira a la gran promesa de Jesús en el Evangelio, que nos dice:

- Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Juan 6,57)

Por estas palabras de Jesús en el Evangelio de Juan, sabemos que es imposible se pierda quien ha hecho de la Comunión el alimento ordinario de su vida cristiana. Más que de los Primeros Viernes, hacemos caso de la Comunión en la Misa dominical. Y, lo que es mucho mejor, de la Misa de cada día. Porque son muchos los trabajadores que, después de las labores de la jornada, se meten en la Iglesia para no perder su Comunión diaria. Este, éste ha sido el gran fruto de esa práctica tan devota, que ha conseguido hacer de todos los días otros tantos Primeros Viernes de mes.

Aquella herejía jansenista quiso apartar a las almas de la Sagrada Comunión, pero Jesús le ganó la partida. Por nuestra parte, le decimos al Señor que sí, que cuente con nosotros cuando nos llama al comulgatorio. ¿Por qué no vamos a comulgar, si con la Comunión le damos al Corazón de Jesucristo la mayor de las alegrías?...

BUENOS DÍAS!!


jueves, 9 de junio de 2016

DÉJATE AMAR POR DIOS


Déjate amar por Dios


El Salmo 103 expresa así cuánto nos ama Dios: “Como un padre siente ternura por su hijo, así el Señor siente ternura por sus fieles”. “Fiel” es el que tiene fe y confianza en Dios, el que se apoya en él, está adherido a él de todo corazón. En el profeta Isaías leemos que así habla Dios: “¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo jamás me olvidaré de ti”. Dos conmovedores símbolos del amor inconcebible de Dios por nosotros.

Si Dios tuviera un refrigerador, tu fotografía estaría pegada a su puerta. Si él tuviera una billetera, llevaría en ella tu foto. Él te envía flores cada primavera. Él te regala un amanecer soleado cada mañana. Las veces que deseas hablar, él te escucha. Él puede vivir en cualquier parte del universo, pero eligió... tu corazón. Reconócelo como tu amigo. ¡Él está loco por ti! Dios no prometió días sin dolor, risas sin penas, sol sin lluvias, pero prometió fortaleza para el día, consuelo para las lágrimas, y luz para el camino. Tanto te ama que murió por ti. Ahora mismo,  abre tu corazón y déjate amar por Dios.

Tener fe es haber descubierto el inmenso amor que Dios tiene por ti; y, ante tan enorme y fascinante hallazgo, organizar toda tu vida como una respuesta fiel y coherente. El Espíritu de Dios, Espíritu de amor, te ayude a interiorizar este pensamiento en la meditación, porque está en el centro de la auténtica relación con el Señor. Que él te asista y te bendiga.


* Enviado por el P. Natalio

TE AMO, PERO NO LO GRITO


Te amo...¡pero no lo grito!
Si he conocido lo que es amarte... ¡cómo es posible que no lo grite y a veces hasta guarde silencio!


Por: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 




Hoy es jueves, Señor, y al saber que me estás esperando me he sentido indigna de ese amor, de ese beneficio...

Yo te amo, Señor, pero a veces siento que soy avara de ese amor... que no pienso, que no reparo, que si he conocido lo que es amarte... ¡sea posible que no lo grite a los "cuatro vientos"! Y no solo que no lo grite sino que guarde silencio a veces por respeto humano, porque no se sonrían burlonamente, por no entrar en discusión....porque no me tachen de "mocha"...¡Qué gran cobardía! ¡Perdón, mi amado Jesús !.

El Papa Francisco nos lo pide. La Iglesia nos lo pide y Tu mi Jesús Sacramentado, nos lo pediste desde hace muchos siglos... pero no nos animamos a dar la respuesta con decisión, con una postura radical y valiente.

La respuesta tiene que ser ahora y desde este momento.

Tenemos un serio y grave compromiso, como hijos de Dios, de ser verdaderos apóstoles.

Este compromiso me enfrenta primero, con los más cercanos, con los seres que me rodean, con las personas que forman mi familia y mi entorno.

En todo momento, tu nos pides, Señor, que estemos "en pie de lucha", que quiere decir que no deje pasar la ocasión para acercarme a quién pudiera sentir o pensar que me necesita.

Solemos decir: - " No, yo no me meto... yo no digo nada, cada quién su vida"... Es cierto que a veces no es fácil abordar o penetrar en la forma de vivir de las personas, pero si están muy cerca de nosotros, tal vez no sea tan difícil buscar la ocasión para poder brindarle, a esa persona, nuestro apoyo y consuelo, hablándole de Dios, del amor que nos tiene, de que trate de encontrar o recuperar esa fe que no se sabe en qué momento se perdió.... y orar, orar mucho por esa persona, ante Ti, ante este misterio de amor que nos brindas diariamente ¡oh, tu mi Jesús Sacramentado!.

Tu nos oyes siempre y la oración puede no cambiar las cosas... pero si cambia los corazones y la forma de ver las cosas.

Ya no podemos decir: - "Eso hay que dejárselo a los sacerdotes". Los sacerdotes son pocos y la mies es mucha.

No dejes que lo olvidemos....ha llegado nuestro momento.

Si estamos convencidos de que tenemos la VERDAD, en nuestra religión católica, es indispensable que esa VERDAD, la trasmitamos con el mismo ardor, con muchísimo más ardor que invitamos y casi empujamos a los amigos animándolos para que vayan a ver una obra de teatro o película, que nos pareció excelente o que no se pierdan un paseo o lugar sensacional porque los queremos y deseamos que disfruten tanto como nosotros lo disfrutamos...

Seguirte a Ti, mi Jesús, es una aventura tan maravillosa para el ser humano que en ello hemos de poner toda la fuerza de nuestra existencia.

Seguirte a Ti, mi Jesús, es participar de la verdad sublime de sabernos hijos de Dios y herederos del Cielo... pero no para nosotros solos...

No tengo que tener miedo o reparo de hablar de Dios, de Ti, Jesús, de la Santísima Virgen a los demás....Hay tanta ansia en el corazón de los hombres y mujeres de encontrar un camino....y nosotros les podemos hablar te ti, del único Camino, del que dijo:- " Yo soy la luz,  el camino, la verdad y la vida, quién cree en mí no morirá". ¡Qué triste no compartir, no participar a los demás de esa grandeza de amor que ciega la vista por ser más luminosa que el mismo sol...!

Hemos de ser valientes con nuestra fe y proclamarla.

Ayudanos, Jesús para hablar con los que nos rodean, de esta "gran experiencia" que aún en medio de los sufrimientos o infortunios, nos traerá la paz en nuestro diario caminar por la vida.