Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
8 de septiembre
El alma de María fue un santuario iluminado siempre por el pensamiento de Dios; ni un solo instante permaneció sin Dios.
Constantemente ardía dentro de ella la llama pura del más acendrado amor. Ni los ángeles, ni los querubines y serafines alcanzaron nunca las excelencias de la plegaria de María. Ella sola es un sol que ilumina más a las criaturas y les transmite más resplandores de Dios y ofrece ella misma más gloria a Dios que todas las demás criaturas.
Virgen orante, que nunca deje apagar en mi la llama del amor a Dios y al prójimo.
* P. Alfonso Milagro
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