28 de Octubre
El Evangelio nos trae aquella hermosa narración que nos presenta a la Virgen en las bodas de Caná, preocupándose del bienestar de los convidados.
Ahora en el cielo no ha perdido su preocupación por nosotros y está siempre dispuesta a socorrernos en todas nuestras necesidades espirituales y temporales.
Invoquemos a la Virgen todos los días de nuestra vida con confianza, sabiendo que ella es maternalmente bondadosa; con humildad, pues ella es poderosa para conseguir cuanto se le pida; con amor, pues ella es nuestra Madre celestial.
Nuestra Señora de la Santidad no desea para nosotros ninguna cosa tan interesante como que seamos santos a los ojos de Dios.
* P. Alfonso Milagro
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