1 agosto
Hablar es fácil; pero callar es todo un arte y requiere prudencia y dominio propio.
Cristo estuvo callado, vivió en silencio e ignorado durante treinta años, para luego poder hablar por espacio de tres años solamente.
La palabra de Cristo, al promulgar su obra redentora, fue amable, atrayente, pero decisiva, penetrante y convincente. Llamó al pan pan y al vino, vino, sin rodeos y con sencillez.
Pero cuando calló, no se defendió frente a las infamias, calumnias, acusaciones, injusticias, atropellos y crímenes.
Ciertamente, no basta hablar; también es preciso saber hablar.
Hay que aprender el arte de hablar.
Y no parece que este arte sea muy fácil de aprender; hay pocos peritos en él.
P. Alfonso Milagro
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