4 abril
María de Magdala estuvo llorando junto al sepulcro por la muerte de Jesús, por aquella separación de su Señor, que a ella se le ocurría debería ser definitiva.
Pero María estaba en un error y así primeramente los ángeles le llaman la atención sobre su llanto: Mujer, ¿por qué lloras?, no tienes motivo, pues el que había sido sepultado aquí, ya no está sino que ha resucitado; no hay, pues, motivo para el llanto, sino para la alegría.
Luego el mismo Jesús se le aparece y le pregunta lo mismo: ¿Por qué lloras?, no me has perdido, aquí estoy. No está mal que llores por tus pecados, porque con ellos perdiste a Jesús; pero si ya te has arrepentido sinceramente y los has confesado con dolor, ya has recuperado la gracia, la amistad de Jesús; ¿por qué entonces seguir con tus lágrimas?
P. Alfonso Milagro
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